SAMIZDAT | Crónica de una vida nueva Mayo2017 | Page 7
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MAYO 2017
CRIMEN Y CASTIGO
de
Fiódor Dostoyevski
El pasado año se cumplieron ciento cincuenta de la publicación de esta obra. Carecemos de espacio,
tiempo y conocimientos suficientes para discernir de forma objetiva y argumentada las características
de la obra o la genialidad de su autor, claves para la literatura universal. No obstante, a la hora de abrir
el libro, cualquiera se preguntaría por qué merece la pena leerlo, y todos los formalismos filológicos o
literarios o la fama de su autor no serían datos en última instancia decisivos.
El libro, como su título sugiere, gira en torno a un crimen y su correspondiente castigo, pero no
se refiere al asesinato que finaliza en las primeras cincuenta páginas, ni a la posterior inves-
tigación en la que se sumerge la policía de San Petersburgo. Sino a que el protagonista,
Raskólnikov, se ha matado a sí mismo atribuyéndose el derecho napoleónico de deci-
dir sobre la vida y la muerte. El resto de la obra girará en torno a la contraposición y
dialéctica entre su figura y Sonia, el otro pilar de la historia, personaje que cobra una
gran importancia desde el principio, antes incluso de que Raskólnikov la encuentre.
El despojo humano en el que se ha convertido el protagonista es recogido por la
humildad de una joven que se ha sacrificado hasta el extremo por un padre bo-
rracho y unos niños enfermos.
Además, alrededor de ellos se suceden a lo largo de toda la historia una multitud
de estrambóticos personajes, ninguno arquetípico y todos redondos, cada uno
con un carácter y una historia particular que evoluciona a lo largo del libro. En
ellos se refleja perfectamente la naturaleza humana: la inocencia, la crueldad, la
ingenuidad, sus bondades y pecados, las angustias, los deseos, la enfermedad y
la muerte, pero también, la vida y la esperanza.
Muchas veces se acusa al autor de hacer una oscura representación de la reali-
dad, pero lo cierto es que él mismo experimentó las durezas de su época
(incluidos los campos de trabajo en Siberia), y se enfrentó de forma
pacífica contra el régimen político opresivo de la Rusia zarista del
XIX. No se puede entender a Dostoyevski sin tener en cuenta
que el ambiente depravado de la ciudad, las enfermedades
físicas y mentales de todos sus personajes, sus acciones y
pensamientos, son silogismos; metáforas y referencias de
cada uno de nosotros, de él mismo, de la humanidad en
su conjunto.
Su genialidad nos lleva a no poder condenar a un ase-
sino claramente culpable, nos sumerge en la mente
de un miserable, pero de una forma objetiva que
nos invita a ser testigos y no jueces, ya que ¿quién es
cualquiera de nosotros, o incluso el mismo Raskólni-
kov, para juzgar a los borrachos, a los ladrones, o los
sacrificios de las mujeres de su historia, la vida de
la misma Sonia?
Irene Madroñal, estudiante de
Historia del Arte (USP CEU)