Ruido.pdf Oct. 2014 | Page 81

militarismo, y toman parte de su forma y el activismo en el movimiento Antimili colombiano. De hecho, el concierto que recuerdan con más emoción es uno donde estuvieron con ‘Sociedad FB7’ y ‘Todos tus muertos’ en el Parque de las Naciones Unidas o de la paz, que estaría muy atravesado por los movimientos por el fin de la violencia y la justicia. Luego vendría un concierto más grande en Altavoz del 2011, pero ellos no miden su carrera musical por tamaños o números, sino por las implicaciones de su música. Nunca han visto la música como algo para vivir de ella, ni siquiera como algo relativo a vender algo. Creen en una música de libre distribución, independiente como oficio y muy autónoma para dirigir un mensaje y elegir así cómo narrar otras realidades que no están en los medios. Les interesa mucho que el mensaje llegue. Esto entonces los pone completamente aparte de cualquier lógica de mercado. La etapa que vino después de su desintegración arranca con un cd grabado también con El Amarillo y -unos años después- con una presentación en el Teatro Matacandelas que mucha gente asumió como el retorno “de verdad” de ‘Niquitown’. Después de esa promocionada aparición en sociedad, los ensayos quedarían instalados como semanales y se amasaría un repertorio de 20 canciones. ‘Niquitown’ representa para sus integrantes la célula de ese organismo del que quieren hacer parte, una nave para mantenerse fuera de algunas cosas, pero también para navegar ese mar amplio en ficciones que es el underground. Foto: Caro Llanos La fórmula para separarse del mercado y de los apoyos institucionales ha sido el lema “Hazlo tú mismo” y por eso la idea para el tercer trabajo -que tiene vocación de ser vinilo- es grabarlo con los conocimientos de sus integrantes, con equipos sencillos pero que ellos puedan manejar. Se puede llegar al fondo de la banda y a la densidad de las historias con la que está amasada persiguiendo la trayectoria de Vito. La historia de uno de sus fundadores puede empezar con la imagen de un adolescente escuchando ‘Kortatu’, un grupo de Ska, cercano al Punk, que a Vito le sonó a Reggae. No había ocupación del espacio público por el Ska en Medellín -y menos en esa época-, pero lo que empezaba a aparecer en la calle con más fuerza era el Punk, expresión que Vito encontraría, explicando así también algo subyacente en ‘Niquitown’ que definiría toda la intencionalidad de la banda. Pronto estaría reunido en La Floresta, en un punto de encuentro junto al Coltejer que los punkeros identificaban como “la banca” y en la Plaza la Minorista donde El Guanabanero -que era un vendedor de jugo de guanábana- compartía su colección en los mismos escaparates de su chaza, que servía de archivo y de nodo de intercambio para textos, revistas, discos y casetes. Eran espacios donde se reunían a intercambiar, y en ese proceso de intercambio -de sentar posición sobre lo que se oía, sobre la música- se iba afianzando una posición sobre la manera de vivir. Se trataba entonces de “probar finura” y “no caspiarse”, una mezcla entre amistad y ser consecuentes. 81