más originario: “la intención de soltar las cosas que hay
por dentro”.
La necesidad musical de algo que a unos les puede
sonar a dejar caer algo pesado y denso en el mar, y
a otros liberar –como si se tratara de un nudo– una
víscera, se complementa con no querer educar con su
música ni tener un compromiso más allá del arte. Es
permitirse también el sinsentido.
Para ellos la música es un fin, no un medio para apoyar
otra causa o causar algo concreto. La música permite lo
ilógico, lo que no requiere una explicación y ni siquiera
se tiene que sostener en la coherencia.
“La intención no es dar un testimonio o mostrar un
compromiso con algo, sino que el compromiso es con el
arte, el arte como un fin en sí mismo”.
A pesar de que algún integrante busca la relación entre
poesía y música, en las cinco canciones que conocemos
del grupo se imprime con más fuerza lo que otro de
ellos nombra como “jugar con las palabras” y se apela
al propio subconsciente, a eso irracional, para nombrar
cualquier elemento como puede ser un diente y darle
quizá sentido, dirección o intensidad, sólo con la
música.
Ese dejarse llevar y dejar que la música fluya sin
conceptualizar o racionalizar nos señala un grupo
que no se complica y tiene una mirada sobre sí mismo
tranquila y desenfadada. Por eso también opinan que
la técnica musical tiene que ser apenas suficiente para
decir (o hacer) lo que se necesita y no les seduce la
búsqueda del virtuosismo.
De ahí también se explican las ganas de tocar en vivo,
pues ponen en juego la improvisación con base en la
idea de que “el instante sea particular, diferenciado de
otro”. ‘Aeromática’ recuerda que la música era efímera
y de esa forma más valiosa, irrepetible, furtiva, libre del
desgaste de la reproductibilidad.
Ellos se refieren a que la industria y las tecnologías
de producción y reproducción chatarrizan la música.
Se pone la competencia en otro espacio que es el de
la innovación tecnológica para la grabación y en esas
se cae en la homologación del mercado, se pierden los
elementos en ese extremo pop.
El primer concierto estuvo acompañado por la renuncia
del baterista, que no se animaba a enfrentarse a un
escenario formal. Ese fue el momento en el que se unió
al grupo Juan Esteban Jurado y se fue adquiriendo ya la
sensación de una huella, una manera de hacer las cosas:
muchas voces, algo de incoherencia en las letras, una
atmósfera de Blues y algo inesperado en los vientos que
puede ser su cuota latina.
La banda ha publicado live-session (videos en vivo)
con tres temas en el 2013 y dos Extended Play
(EP) llamados “Cocodrilo” en el 2010 y “Sonidos
Nutibara” en el 2014. Cuenta, además, con un montaje
llamado “Aerosonidos” en el 2012 que consistió en
un proyecto instrumental para utilizar objetos no
convencionales y ensamblarlos para interpretar
diferentes géneros musicales como Bambuco,
Champeta, Rock y músicas experimentales.
Si bien como una banda que se toma en serio saben que
el estudio de grabación confronta y lo asumen como
un ejercicio de paciencia, su terreno es el concierto.
Ahí es donde lo pueden dar todo, unir la gran práctica
a la improvisación que los hace reencontrarse con la
espontaneidad, ese origen, ese primer pensamiento
sobre un Rock todavía necesario.
“Siempre va a ser más divertida la música en el
concierto que en la grabación, porque va a pasar
siempre algo que el público no sabe y nosotros no
sabemos”.
Tienen un interés especial por la escenografía, lo
performativo de una banda, hacer que ese momento
donde se siente más nítida toda esa sensación de dar,
de darse, de darlo todo, sea algo no sólo divertido para
su público, sino intenso y muy específico, diferenciado.
Interesados en señalar una relación con el aire, que
tiene que ver con su nombre y el sello de los vientos en
su música, en los conciertos arman muchos aviones de
papel, se preparan, disponen, planean. Es una mezcla
sutil de prepararse mucho para darse las licencias de
espontaneidad. Para ellos ha sido un camino grupal e
individual de música, pero también de arte, de cosas
que ocurren, de una teatralidad que hace que la forma
sea igual de importante que el contenido, después de
todo, la banda, un continente.
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