Ruido.pdf Oct. 2014 | Page 416

recalcan que van haciéndose a la técnica necesaria para expresar lo que quieren. Quizá un momento por el que muchos pasaron –pero puede significar también aquella banda que no trasciende– es hacer la música que la capacidad técnica les permite, hasta el punto de cambiar de género musical. Existe el concepto de la “mirada poética”, que se parece a lo que muchos músicos empiezan a expresar como “algo que decir”, lo que, en realidad, es más algo percibido mezclado con algo que imaginar. La mirada con mucha piel, el ojo muy expuesto al dolor y al gozo, se termina de completar en la imaginación. Más allá de esa mirada que profundiza, petrifica y coagula, está un proceso de balances de los volúmenes, la estructura de la canción (algo en lo que muchos se han permitido rupturas por fuera de la fórmula pop y otros han utilizado esa fórmula de intro, estrofa, pre–coro, coro y estrofa final parta decir cosas impresionantes o resaltar una sensación, un momento, una historia) y el ritmo con sus tiempos. Algunos músicos investigan, otros están concentrados en una imitación o un homenaje a un artista, y están los que se quieren aislar de cualquier influencia y dejan de escuchar otra música para componer lo propio. Muchos de los compositores escuchan varios géneros, y un buen porcentaje de forma muy extensiva. Lejos quedó la época de los comentarios de “música aburrida” o “de viejito” y tenemos muchos artistas, libres para cualquier exploración y cualquier placer en la música, que dejan muy en claro que el tipo de clasificación en la que está su música es secundaria a una devoción por la música sin fronteras. Curiosamente también nos encontramos un par de casos de músicos que no escuchan música. Sin que sea nombrado por ellos, uno podría decir que escuchan su música interior, una música que insiste, que no deja lugar para nada más. Músicos que prefieren consumir sonidos para tejer sus canciones. Unos músicos se refieren a imaginar sonidos; algunos le dan un peso a componer en sueños y otros van buscando historias, como en medio de una avalancha de información, entre noticias, literatura, recorridos y conversaciones. En la mayoría de los casos el centro de la composición es un proceso individual. Podríamos hablar de tres formas de la relación para la composición. Hay bandas que iniciaron como la idea de un solista: alguien aprendió a tocar guitarra para darle ritmo a algunas canciones (o textos) que traía de antes. En estas historias es normal ver que los solistas consiguen otros músicos para darle sonidos a sus composiciones premusicales y con estos empiezan a darle forma a 416 una banda. Muchos músicos de estas agrupaciones se forman con la idea de un compositor de letras y una banda que compone música para estas; aquí se marca una cierta separación entre músicas y letras, y el escritor de letras (que casi siempre es el vocalista) tiene la libertad de escribir sobre lo que quiera en ellas, mientras que los demás están más preocupados por la interpretación musical. En el segundo caso, el compositor es el director de la agrupación, pero no necesariamente el vocalista, y los demás músicos de una agrupación hacen arreglos o terminan de precisar la participación de su instrumento. En un tercer caso hay un compositor que casi no deja ningún espacio para los demás músicos y termina rodeándose tan sólo de intérpretes. En el Hip–Hop suele pasar que, en una agrupación de dos o tres vocalistas (o Mc), cada integrante compone el canto ajustándolo a la pista acordada. Los otros elementos de composición nos recuerdan que ya no es la época donde la palabra inspiración sirva mucho de excusa. Los músicos casi no mencionan la inspiración, a no ser para decir que no creen en esta. Más bien se habla mucho de desahogo. Aquí reaparecen dos grandes líneas de pensamiento en la música de Medellín: los que ponen el acento en los otros, ya sea para dar un mensaje o para dar placer, y los que sienten que hacer música es una necesidad y que componer, por encima de todo, los alivia. En este alivio está hacer música, hacerse acompañar por un sonido en un orden, como tejiendo con un líq V