Ruido.pdf Oct. 2014 | Page 376

música, prepara el festival, administra Ciudad Frecuencia, trabaja en sonido de todo tipo de eventos y prepara el festival con un lema: “Lo que no me sale no le paro muchas bolas”.   Ante la música favorita, referencia un cuarto músico, uno de Castilla, menor que él: Anderson, que ha estado en ‘Carpe Diem’ y ‘IV Tiempos’. Con esto muestra un hondo placer del espacio musical de lo cotidiano, lo muy local, donde es enfático en poner a la par la música de Anderson con la de cualquier “grande” o famoso. “Yo como músico clásico, violonchelista y percusionista de chirimías, como músico de la calle (…), he aprendido que hay que tener de todo y hay que aprender de todo, porque hay que descentralizar las cosas. La música clásica no se puede quedar en el conservatorio, ni la música callejera en la calle. Yo pienso que es ese encuentro, ese equilibrio, ese momento en el que la música no es una o la otra, es el lugar a donde la llevemos (…)”, explica Pipe.   Laverde ha estado escribiendo una técnica de chelo popular para usarlo como un bajo y poder integrarlo a músicas urbanas y callejeras. Una técnica que se puede convertir en una iniciación del chelo al acceso de cualquier niño o adolescente. Personas como Pipe -que indudablemente mantienen vivo un festival necesario- son aún más valiosas por atravesar una cotidianidad que se mantiene después del evento. Y en esa cotidianidad está el abrazo que encuentra ese adolescente tímido y lleno de dudas que llegaba con la excusa de una sala de ensayo o de algún curso y que, como aquella vez que Laverde narra, encontró lo que realmente estaba buscando:  “–¿Por qué me abrazás? –Me decía un pelado. –¿Y por qué no? –Le contestaba yo. –Es que a mí nadie me abraza. –Siempre hay una primera vez”. Siempre hay una primera vez -dice Felipe Laverdey vuelve a soltar una risa de quebrada, como seguramente lo hizo en aquella ocasión. 376