ciudad que se daban cita con la curiosidad de conocer
bandas nuevas o la oportunidad para escuchar en vivo
una agrupación que ya les gustaba, que representaba
mucho en una historia. El Festival ha servido para darle
un lugar a la reaparición de Ramiro Meneses con ‘Peste
Mutantex’ y a los legendarios ‘Yetis’.
En ese proceso fue muy importante el encuentro con
Festival Internacional Rock Comuna 6, con el que se
empezaron a compartir bases de datos, gestiones
y recursos técnicos. El festival, dirigido por Faber
Ramírez, tenía ya un camino contactando a bandas
internacionales, bandas nacionales de gran factura y a
lo más importante de la escena local.
Castilla Festival Rock se ha mantenido con inversión
pública, pero casi siempre mediante un ejercicio de
participación comunitaria, como es el Presupuesto
Participativo, y un rol central de organizaciones
solidarias, culturales y sociales donde resaltan Picacho
Con Futuro, Construyendo, Comfenalco y Confiar.
Adicionalmente, el apoyo de los comerciantes que
se expresa en pautas económicas ha sido definitivo
para generar el clima adecuado en la zona para un
asunto de participación primero, y luego convivencia
o coexistencia. El valor principal, sin embargo,
siempre queda oculto y consiste en el total o parcial
voluntariado de los organizadores.
Con esa compleja ecuación de economías y “falta de
cálculos” logran hacer un concierto sin puertas, sin
rejas, imposibilitado para el cobro y para requisas.
La experiencia -mitad lograda por el proceso y mitad
por la 68- consiste en estar fundido con la calle, con
el barrio, con un encuentro de ciudad intenso en
diferencias y de gran vitalidad.
La idea de Castilla Festival Rock surge en La Guardia,
un bar de Rock que se había convertido en un centro
cultural gracias a Juan Salazar y las presentaciones
de bandas que organizaba. El concierto se empieza a
plantear como una desembocadura de varias bandas
que se presentaban en el bar y con las que ya se
estaba soñando.
Es también en La Guardia donde se funda Ciudad
Frecuencia -como sala de ensayo-, con la urgencia
de preparar las bandas que se iban a presentar y la
apuesta de subir el nivel. Todo el ejercicio era el de
darle canales a una música que seguía emergiendo y
buscaba desesperada un lugar, sus propias fórmulas.
Ya entre Castilla Festival Rock y Ciudad Frecuencia el
proceso continuaría en dos caminos: mejorando como
evento musical y logrando procesos de formación
y fortalecimiento de las bandas. Así se crearía un
circuito de confluencia en el festival, pero también de
continuidad a partir de la cotidianidad que permitían
Ciudad Frecuencia.
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En el nombre, la frecuencia por el encuentro, por
frecuentar, y ciudad por el espacio para ese encuentro,
porque a pesar de la importancia del epicentro en
Cast