Se puede alumbrar acá que en los afanes de la
supervivencia gracias al confort que empieza a ofrecer
una inercia de ingresos o una reacción en cadena de
éxitos –para muy pocos–, se puede perder ese objetivo
inicial y, con esto, no sólo la idea misma sino las horas
de creación propia; en el otro lado, no ser comercial y
poner todo el peso de la responsabilidad de la propia
música en el público, puede ocultar lo innecesario de la
propuesta artística o su mediocridad musical.
Hay un debate aquí muy importante expresado en
dos lenguajes y niveles de experiencia. Se puede decir
que con la competitividad actual, si un grupo no se
profesionaliza y no se trata como una empresa, nunca
se destacará y se quedará rezagado frente a los otros
que construyen un círculo virtuoso entre dedicación y
medios. Esta tesis de exponentes que han logrado crear
sólidas economías con su música e internacionalizar
una propuesta, queda sin resolver y tiene mucho
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