un músico tome la decisión de renunciar a una banda
en la víspera del primer concierto. Son dos inicios
diferentes cuando la banda se presenta primero en un
bar o en un pequeño espacio gratis y después en una
gran tarima o bajo un contrato formal. Muchas bandas
que tranquilamente se empezaron a hacer a la vista de
todos, sin necesidad de un único gran debut, tuvieron
una primera presentación de covers o con tan corto
repertorio que les tocaba repetir canciones.
Existen agrupaciones con la política de no tocar en
eventos gratuitos, así como las que no lo hacen en
eventos pagos. En el segundo grupo se puede encontrar
la banda de Punk ‘Los Desadaptadoz’ y en el primero
muchas bandas que se consideran con un recorrido
como para haber concluido esa etapa (de “darse a
conocer”). En todo caso, estos géneros divergentes y
el deseo de la música están pariendo constantemente
agrupaciones cuya única expectativa es que presentar
su música no les genere ningún costo. La principal
búsqueda de dignidad de los músicos nace de las
exigencias por un rider técnico, como la búsqueda de
las condiciones para la nitidez de su música.
Muchas agrupaciones viajan adonde les digan sólo con
el hospedaje y con el transporte, que a menudo es un
bus. También se encuentran casos de agrupaciones
que en una época viajaban a Bogotá sin invitación
para andar de bar en bar ofreciendo una presentación.
O el caso de una banda de Punk con reconocimiento
nacional e internacional como ‘Los Suziox’, que afirman
que les es suficiente con tener transporte, un techo, un
lugar donde cocinar y buen sonido para tocar.
Una de las primeras cosas que subyace en los
conciertos es la preparación previa. El concierto motiva
una rutina de ensayos que en un principio puede
resultar artificial para las agrupaciones que no tienen
disciplina de práctica conjunta. Lo cierto es que el
concierto se vuelve en tema sobre la mesa y horizonte,
arrojando una serie de tareas, división de trabajo,
material para comunicación y la excusa para que cada
uno active su red.
Para agrupaciones sólidas, el primer concierto
importante o hasta una presentación organizada en un
bar es un paso definitivo para que algunos miembros
se empiecen a tomar el proyecto en serio, pero también
nos pone frente a bandas que no encuentran un buen
balance entre comercialización y desarrollo musical,
porque si bien ocupan mucho tiempo en la consecución
de conciertos, sólo ensayan (y siempre con algo de
urgencia), en las vísperas de una presentación.
Los ensayos de las agrupaciones tienen varias etapas.
De un lado, podemos tratar de agrupar, aunque con
excepciones, los ensayos adolescentes, que están
plagados por la imaginación, la ausencia de reloj y el
montaje eterno de canciones; y en el otro extremo las
agrupaciones muy antiguas que parece que pasaron
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su momento y que no han formalizado su retiro, pero
como aún las siguen llamando, se reencuentran para
ensayos durante una o dos semanas previas a los
conciertos (a veces una vez por año).
En un buen número de agrupaciones, sin importar
la edad de los músicos y el tiempo de la agrupación,
el ensayo es un espacio de camaradería en el que se
desenvuelve una amistad que no es decretada, no es
compacta y no tiene un ritmo constante, pero que no
sólo es medio para el éxito de la banda, sino que puede
volverse en el sentido de todo, en una forma de vivir en
la música y ser parte de un grupo.
La amistad en los ensayos presenta el contraste del
correlato difícil de la formalización. Conforme la
banda se vuelve un instrumento central para ganarse
la vida, la imposición y la forma de encantamiento
con el ensayo es distinta y entra en los campos de la
obligación con elementos más pobres e indiscutibles
de convencimiento.
La idea artística emerge, la amistad se da o no, pero
todo puede ser, por momentos, atrapado por el tedio de
una repetición, y donde coordinarse con el otro puede
ser un estorbo y vencer desafíos técnicos puede ir de lo
tedioso a lo doloroso.
Del otro lado de la novedad intacta, más que un
pasatiempo, el espacio de la práctica grupal –como
un pequeño encuentro anónimo– se parece a las idas
al templo de un religioso; incluso una agrupación
de Metal llama a la rutina del día de ensayo “el día
de Odín”. Muchos de los músicos que trabajan o que
emprendieron en su agrupación mientras estudiaban
necesitaban con urgencia ese espacio semanal de
ensayo como un acto ritual para recuperarse, ser ellos o
desplegar una parte importante de sus vidas.
El segundo elemento detrás de las presentaciones
es la relación con el público y la construcción de
una audiencia. Aquí también se pueden dar los
encantos de recibir la aprobación, la admiración y
conmover o enfrentarse a los amargos sinsabores de la
impopularidad, a un público inerte y descomprometido.
Nada peor que estar frente a un grupo que siente
que el público no le da lo que debe. Tratar a esa masa
especulada o a un puñado de personas como si fuera
una unidad con capacidad de coordinación y deuda,
es un síntoma inequívoco de un grupo al que se le ha
extraviado el sentido.
Es difícil saber qué porcentaje de la música es hecha
para otro o para sí mismo. En todas las entrevistas el
desahogo tiene un lugar, pero también se menciona
como un motor importante el orgullo de ser
escuchado por otro, la motivación de lo que crea y
acompaña una canción.