Foto: Santiago Rodas
Cap. 5
Vivir de la
Música
S
ubirse al escenario, a una tarima, es para la
mayoría de los músicos el gran acto ritual; un
verdadero enfrentamiento en varias líneas.
Una minoría de músicos opina que no es
importante, que es parte de una rutina y que, en tanto
se ha hecho como un acto de amistad o camaradería,
no genera nervios. La mayoría, sin embargo, dice que
el nerviosismo nunca se va, y de ahí una consigna,
medianamente común, de que el día en que no se
sienta ese susto es hora de retirarse de la música.
Las primeras presentaciones están llenas de errores y
de espontaneidad, de cambio de planes a última hora.
‘Áluna’ recuerda el bafle del retorno que movía la ropa
de los músicos como si les soplara; los integrantes
de ‘L–Mental’ recuerdan haberse despertado
trasnochados y pasados de pintura después de tener
que reemplazar a un carpintero en una entrega de
escenografía; ‘De Bruces a Mí’ confesó su miedo en
la primera presentación, después de haber hablado
mucho de evitar que se les notara, y Federico López
olvidó el único solo de guitarra que tenía que hacer en
su primer concierto.
También el anecdotario está lleno de sonidos que no
funcionan y un nerviosismo a tal punto que hace que
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