Encontrarse
los músicos
Tratar de definir a los músicos que nos encontramos
en Medellín es comprender su fortaleza y su fragilidad,
la forma que lo extremo obtiene en la acción y la
introspección con la violencia, esa pulsión creativa que
es rasgadura y que está mezclada con dolores y rabias.
Nos encontramos con personas altamente frágiles, pero
con una inteligencia que en muchísimos casos les ha
permitido construir un mundo donde ser fuertes; casos
en los que la fortaleza se ha impuesto para inventarse
una vida en la que su fragilidad no entre en contacto
con un mundo que no la cuida.
Se trata también de entusiasmos muy intensos y
angustias inacabables, una violencia en la creación o
en la expresión con la que finalmente hieren el aire,
dañan algo que no tendría que estar ahí, que podría ser
de un futuro ya pensado. Y para no tener que fundar
–y así poder mantener su compromiso con lo inútil y
lo efímero– los músicos fecundan espíritus o siembran
árboles en el líquido con el que está hecha la noche.
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