de los mismos sonidos que, por abundantes, pueden
intoxicar la imaginación.
Este grupo ha sido capaz como casi ninguno de vivir un
proceso en menos tiempo. Germán dice que para él solo
existe el próximo proyecto y esa ansiedad se canaliza
en una habilidad para hacer todo por ellos mismos.
Es extraño eso de la música que es para sentir. Hay
en ‘Back’ un interés que no es el de entretener, no es
alegrar y ni siquiera ser divertidos. Algo que como en
pocos grupos está igualmente unido a la puesta en
escena, casi que en los rostros, y a la música, donde la
letra es secundaria pero se alinea sin insistir.
Ese movimiento ha impedido que sean atrapados y les
ha dado una posición con la ausencia de un Japón y una
profundidad con su Colombia.
Sin embargo, el objetivo de ‘Back’ no es aportarle
a la escena japonesa como colombianos, “el
objetivo es Colombia”. Entonces desde ese sonido
refrescante rastreado en Japón llegan a las
versiones de Pasillos colombianos en los que ‘Back’
se siente “tratando de redescubrir las raíces y esos
progenitores (…) de la música más pura que hay
en Colombia, porque no es bailable, no es fiesta, es
música estrictamente de sentimiento”.
En vez de divertir, con ‘Back’ suceden cosas como que
se les acerque alguien mayor de cuarenta años llorando
por haber rescatado del olvido una canción colombiana.
“Rockerizamos tomando la letra, no destruimos la
melodía” es la explicación para que aún con su estilo
la gente se siga conmoviendo con esas canciones
colombianas. Sin embargo, más allá de la técnica es la
habilidad de comprender esa música (y a la música)
por fuera del entretenimiento.
“No podemos ser los mejores o los más talentosos,
pero estamos en movimiento constantemente”. Ese
movimiento es una “cadena de combos de detalles” y
un trabajo “silencioso” en el que “el día menos pensado
¡PAW!”. Pero el día menos pensado no es suerte, sino
disciplina que, como dicen los japoneses en Germán,
tarde que temprano vence al talento.
Fotos: D. Rodriguez
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