Ruido.pdf Oct. 2014 | Page 280

Los músicos es muy fuerte y muy pocos artistas hacen música aunque no vayan a ser escuchados. El placer por hacer música parece cerrar círculo en unos oídos, sin embargo –por accidente o delirio– encontramos también músicos que hacen música por una urgencia que escapa la de ser escuchados. No hay intención en este libro de calificar o desacreditar, sólo se plantea algo que es evidente para cualquier músico y que es lógico para cualquiera: es muy distinto un intérprete a un compositor. Los compositores son escasos, normalmente uno por agrupación, con un grado de derroche de hacer y hacer música –más allá de cálculos– pero también con un tipo de egoísmo que hace que la música no tenga que estar conectada a ninguna demanda, gusto o público. En el centro de los compositores –donde están los que están transgrediendo– la música manda y los otros dejan de existir por momentos. Que tres, cuatro o hasta nueve personas se sincronicen con unos ensayos, luego con el tedioso proceso de grabación y, de ahí, con las presentaciones, no es una magia pura o en perfecto equilibrio. Se trata de un proceso en el que siempre hemos rastreado desequilibrios importantes entre uno o dos fundadores de la banda, dos compositores y también un gran líder, con los demás miembros. Entre los líderes de las agrupaciones se encuentran los motivadores, que sólo se valen del ejemplo, hasta los autoritarios que van desechando intérpretes. Incluso sospechamos que la falta de desequilibrio es a veces una de las razones por las que algunas agrupaciones no se mantuvieron. La armonía de pares cándidos con los que todos llegan a pasar el rato y con calma esperan que el viento del divertimento los vaya llevando, es un tipo de energía que sólo se vuelve suficiente para las agrupaciones transitorias, agrupaciones que se diluyen como tantos pasatiempos. Los músicos de Medellín son los raros, los torpes, los desadaptados, los suicidas que no fueron; también son los anhelantes, los que más desean, los necesitados de aprobación, los que viven de las cámaras y del escenario. Hay que volver a resaltar acá que, en estos tiempos –en que se rompieron los telones del rock star–, muchos músicos no comenzaron con la idea de volverse famosos, y lo que los movió por muchas etapas definitivas fue el placer. Sin embargo, hay que entender que la V