hasta el acceso a mejores y más baratos instrumentos,
así como las salas de ensayo y producción musical que se
masificaron a finales de los noventa. Llama la atención,
sin embargo, y sin querer generalizar, que en la década
de los ochenta, con menos posibilidades, la voluntad
de crear alcanzaba una mayor fuerza que en décadas
posteriores. En concreto, esos primeros músicos que
iniciaron a explorar y acometer sonidos lo hacían a
diario, no era una alternativa o un hobby, sino que para
muchos fue todo en algún momento de su vida.
Aunque estas diferencias generacionales solo resaltan
algunas características detectables globalmente,
Medellín es una ciudad anacrónica cuyas dinámicas
de progreso están diferenciadas por clas W2