Se trata de un mensaje que teje esos tres aspectos para
dar con temas a veces complejos y a veces espontáneos
pero siempre con la sinceridad que consiste en desoír
lo que sugiere lo comercial. Canciones que cuestionan
la violencia, el militarismo y la corrupción.
Más allá del mensaje que siempre es elocuente en
la música y despampanante en la gran tarima, están
las pequeñas revoluciones que son las que todos nos
permitimos. De un lado hay una profunda disciplina
para la banda, para pensar en un todo y una idea
superior a cada uno. En resumen, la importancia de
“cumplir unos objetivos”. En el fondo, sin embargo, la
persecución de la riqueza espiritual que es finalmente
lo que -a ciencia cierta- da la música.
Tanto para los ensayos día por medio y todos los
trabajos que implica grabar o irse de gira, como para el
estilo de vida que provoca el oficio de la música y sus
incertidumbres, mucha valentía y una gran terquedad.
Valentía y terquedad.
Es por supuesto no tener miedo, pero también
encontrar el deseo que constituye la economía más
importante para muchos artistas: haber definido como
objetivo una riqueza que no es la monetaria.
“Y más allá que si me quedo pobre (…) -está la riqueza
espiritual- y estoy seguro que si hubiera seguido otro
camino (…) para conseguir plata, estaría tratando de
comprar la vida que en estos momentos tengo”.
Foto: De Bruces A Mí
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