Si bien la política no interesa a los músicos
entrevistados, lo político sí interesa a la mayoría
de ellos, y de formas intensas y creativas; por eso
es importante enunciar el argumento de que la
ciudad es el futuro de lo político. La decisión de
hablar de la ciudad y no de las ciudades se toma con
la acepción de una definición como poblamiento
caótico y heterogéneo, una amalgama incontrolable
dividida y mezclada.
La ciudad como prácticas y transcursos caóticos y que
nadie controla. La ciudad como algo práctico, pero lleno
de nuestras ficciones para todos sus encuentros y usos,
pero también para nombrar como Medellín a cualquier
rincón, algo que se sigue construyendo sin fronteras y
que es también la forma como se nombra un vínculo.
En el espectáculo las ciudades se nombran como
plazas y este libro se propone como músicas en
Medellín, canciones que emergen de la ciudad y que
suenan en esta. Desde Medellín las almas que van y
vienen, entran y salen.
Todos esos rincones y pliegues –si no ocultos sí poco
publicitados– están junto a las universidades, los
grandes edificios, los inmensos espacios enmarcados
y autorizados por un evento, la inversión pública, los
festivales y la feria establecida. La ciudad es el mercado
y el Estado la ficción de lo establecido que se hace
tangible para todos, pero de la que algunos artistas
intentan escapar hundiéndose en su subjetividad.
¿Qué tan importante es la inversión pública en la
música en Medellín? ¿Qué impacto tiene y qué es lo que
privilegia? ¿A qué le juega el mercado? ¿Cuáles son las
potencialidades y calidades de los músicos en Medellín?
Cuando preguntamos a los artistas por la música
de Medellín aparece muy fuerte una dignidad para
plantearse como un exponente digno de su estilo de
música desde acá. En algunos es claro señalar una
tradición que supera la ciudad y en otros una discusión
frontal que pelea con visiones de colombianidad y
antioqueñidad y donde se plantea una vertiente, una
tradición alterna que nace de la ciudad. Curiosamente
no es una mirada de evolución, sino que es una mirada
sobre el nacimiento de varias tendencias musicales
en la ciudad, pudiendo así constatar que en los inicios
no había la conciencia de ser una música de segunda,
imitadora de un referente internacional inamovible.
La calidad, la originalidad y la creatividad empiezan
a tener un punto de vista inescrutable que trata de
referir a recetas llenas de matices, más que fórmulas.
Así la capacidad técnica tiene un valor distinto en
cada experiencia. Mientras que los músicos ven el
acceso a la técnica como algo ligeramente afectado por
tradiciones musicales más largas, con la idea creativa o
imaginación para crear hay una negación a compararse,
pero también hay ciertas convicciones de que desde
Medellín puede haber un aporte a la música del mundo.
Por otro lado, el establecimiento en Medellín –
entendido como la suma de Estado y empresariado–
tuvo una apuesta histórica mayor a la que han tenido
muchas otras ciudades en Latinoamérica. Primero
hubo una apuesta industrial y comercial que el Estado
acompasó. Luego la ciudad creció aceleradamente y con
ella sus miserias producto de la natalidad y, en especial,
de las migraciones. Otro fenómeno, que Gutiérrez–
Sanín documenta como la separación entre las clases
altas tradicionales y la clase política, haría que la
apuesta estatal tuviera su propia lógica en la inversión
cultural en lo popular y en lo joven.
Primero estuvo el carnaval que permitía una economía
y mantenía la popularidad necesaria, luego estuvo
el turismo no como valor colateral sino central
y, en pa