Ruido.pdf Oct. 2014 | Page 121

Si bien la política no interesa a los músicos entrevistados, lo político sí interesa a la mayoría de ellos, y de formas intensas y creativas; por eso es importante enunciar el argumento de que la ciudad es el futuro de lo político. La decisión de hablar de la ciudad y no de las ciudades se toma con la acepción de una definición como poblamiento caótico y heterogéneo, una amalgama incontrolable dividida y mezclada. La ciudad como prácticas y transcursos caóticos y que nadie controla. La ciudad como algo práctico, pero lleno de nuestras ficciones para todos sus encuentros y usos, pero también para nombrar como Medellín a cualquier rincón, algo que se sigue construyendo sin fronteras y que es también la forma como se nombra un vínculo. En el espectáculo las ciudades se nombran como plazas y este libro se propone como músicas en Medellín, canciones que emergen de la ciudad y que suenan en esta. Desde Medellín las almas que van y vienen, entran y salen. Todos esos rincones y pliegues –si no ocultos sí poco publicitados– están junto a las universidades, los grandes edificios, los inmensos espacios enmarcados y autorizados por un evento, la inversión pública, los festivales y la feria establecida. La ciudad es el mercado y el Estado la ficción de lo establecido que se hace tangible para todos, pero de la que algunos artistas intentan escapar hundiéndose en su subjetividad. ¿Qué tan importante es la inversión pública en la música en Medellín? ¿Qué impacto tiene y qué es lo que privilegia? ¿A qué le juega el mercado? ¿Cuáles son las potencialidades y calidades de los músicos en Medellín? Cuando preguntamos a los artistas por la música de Medellín aparece muy fuerte una dignidad para plantearse como un exponente digno de su estilo de música desde acá. En algunos es claro señalar una tradición que supera la ciudad y en otros una discusión frontal que pelea con visiones de colombianidad y antioqueñidad y donde se plantea una vertiente, una tradición alterna que nace de la ciudad. Curiosamente no es una mirada de evolución, sino que es una mirada sobre el nacimiento de varias tendencias musicales en la ciudad, pudiendo así constatar que en los inicios no había la conciencia de ser una música de segunda, imitadora de un referente internacional inamovible. La calidad, la originalidad y la creatividad empiezan a tener un punto de vista inescrutable que trata de referir a recetas llenas de matices, más que fórmulas. Así la capacidad técnica tiene un valor distinto en cada experiencia. Mientras que los músicos ven el acceso a la técnica como algo ligeramente afectado por tradiciones musicales más largas, con la idea creativa o imaginación para crear hay una negación a compararse, pero también hay ciertas convicciones de que desde Medellín puede haber un aporte a la música del mundo. Por otro lado, el establecimiento en Medellín – entendido como la suma de Estado y empresariado– tuvo una apuesta histórica mayor a la que han tenido muchas otras ciudades en Latinoamérica. Primero hubo una apuesta industrial y comercial que el Estado acompasó. Luego la ciudad creció aceleradamente y con ella sus miserias producto de la natalidad y, en especial, de las migraciones. Otro fenómeno, que Gutiérrez– Sanín documenta como la separación entre las clases altas tradicionales y la clase política, haría que la apuesta estatal tuviera su propia lógica en la inversión cultural en lo popular y en lo joven. Primero estuvo el carnaval que permitía una economía y mantenía la popularidad necesaria, luego estuvo el turismo no como valor colateral sino central y, en pa