Ruido.pdf Oct. 2014 | Page 107

‘Darkkil’ siente la necesidad de hacer una crítica a los poderes instaurados, pero saben que difícilmente ese mensaje les llegue a los que ellos cuestionan y ahí se reconcilian con lo técnico para lograr un lugar frente a los oídos de metaleros, pero también con una tradición que se vuelve en una auténtica versión de Medellín. Si bien en todo músico contracultural vemos un esfuerzo por diferenciarse de una tradición preponderante o de una historia oficial, también es el caso de este grupo una búsqueda por circunscribir su música en una Medellín y hasta en una (versión de) música colombiana. No hablamos de alguna fusión ni mucho menos folclor, sino una conciencia del Metal de los ochenta de Medellín que se desahogaba en medio del terror que en esa época se titulaba con Escobar. Se sueñan como parte de un renacer de ese sello y género, quieren evolucionar rápido como músicos pero innovar con cierta cautela que sienten que les da alimentarse de “esa poderosa raíz de los ochenta”. La idea de tradición les da cierta nitidez y limpieza a sus canciones, cierta consistencia por un relacionamiento con unos antecedentes musicales. Es curioso que ellos quieran parecerse a bandas de Medellín de una época en la que todavía no habían nacido, en vez de pretenderse como algo de su tiempo o completamente nuevo. Dicen que encontraron esa música, fueron más adelante y se devolvieron, no quedándoles ninguna duda de la riqueza que habían encontrado, y entonces ahora están convencidos de que “es importante no ser una mescolanza”. Uno, igual forma una banda porque le interesa que lo sigan, sobre todo que los otros quieran disfrutar mucho la música de uno, pero dicen que su propuesta “no es para gustarle a todo el mundo”. No quieren hacer concesiones de popularidad, creen que en el corto plazo no van a vivir de la música y no los aflige. El parche, las ganas de tocar y cantar es lo que mantiene vivo estos proyectos musicales hasta que encuentren el difícil nicho que se mueve por fuera de emisoras y los típicos eventos estatales. ‘Darkkill’ se formó en el colegio cuando dos de sus integrantes buscaron un vocalista para participar en un pequeño festival con covers de ‘Metalica’. A pesar de que el colegio estimuló el proyecto de hacer música como tal, al momento de la concreción de géneros pesados, o ininteligibles para algunos, se crearon desacuerdos con las directivas, que los terminaron dejando por fuera de una presentación en un bazar, y de ahí, por una situación de desórdenes menores por parte de varias agrupaciones, quedar “bajo observación de la Policía” en el parque La Floresta. Foto: Karl Desing Para entender el proceso hay que ir más atrás de la agrupación y ver cómo se volvieron músicos, primero por un familiar, luego por la apertura de otros músicos y finalmente por la búsqueda en internet. Primero un familiar los animó, les mostró, les dio ejemplo o los dejó jugar; luego, un músico les dio acceso en los ensayaderos y el colegio estaba ahí con clases extracurriculares; y, tercero, con el internet bajaron los tutoriales, las canciones las partituras y así fueron montando los ensambles. “Yo cogí el bajo y no lo sabía tocar, pero igual empecé a inventar y me fui dando cuenta… me empezó a gustar” -es como relata El Flaco su visita a una sala de ensayo. Los primeros recuerdos de Mauricio son a los cuatro años cuando donde una tía trataba unas ollas como si fueran percusión, y luego con un tío que le ponía ‘Black Sabbath’ y ‘Survival’. Para Diego, el papá que toca guitarra ha sido clave en su proceso. Aún ahora se sienten a aprender canciones de música colombiana juntos. Se relaciona con la familia a través de la guitarra. Hacen música cuando Diego encuentra un riff (frase musical), entre todos le acomodan la letra y finalmente le meten la batería de Mauricio para crear el ritmo. “Cua