y lugares como EL Teatro Ensayo en Prado y el
Teatro Porfirio Barba Jacob, abrían sus puertas para
conciertos todo el tiempo.
En las últimas décadas aparecen festivales como
El Altavoz, Metal Medallo, Del Putas Fest, Castilla
Festival Rock, Festival de Rock de la Comuna 6, Festival
Quitasol, Festival Gato Negro, Fiesta de la Música,
Festival Rock de la Comuna 4, Sabanetoke, Revolución
sin Muertos, Hip 4, Hip 6, entre otros. Todos estos
festivales fueron cambiando mucho la escena de
parches por la escena de sala de ensayo.
Aunque algunos parques sobreviven como punto de
encuentro, la gran mayoría de bandas se mueve entre
las salas de ensayo, los bares, la casa de alguno de los
integrantes y los festivales donde se hacen escasos el
formato cover del Cantadero en el Teatro Matacandelas,
Nuestro Bar y Arte Vivo y muy común el concierto
gratuito. Estos cambios se explican por un proceso que
algunos pueden llamar de profesionalización, pero que
también es la tendencia a que menos agrupaciones
estén dispuestas a quedarse tocando para ellas mismas
o un nicho muy específico.
Más allá de lo que logra generar una industria y el
principal apostador de espectáculos que constituye
la Alcaldía en Medellín, era imposible que el tipo de
relaciones y sobre todo de exposición siguieran igual
después de la popularización del internet.
Que la ciudad ya no sea una escena necesaria
para hacerse a una red de influencias, estímulos e
investigación musical (que se da mediante el internet)
nos enfrenta a una nostalgia de encuentros –con la
cualidad del diálogo rápidamente atravesado por lo
musical– que se perdieron, pero también nos enfrenta
a aquel habito de pensamiento con el que se banaliza
la relación frente a un computador, olvidándonos de
la libertad de agremiación que da, el rompimiento de
fronteras y también nuevas oportunidades para la
soledad en el proceso creativo.
El internet eliminó (o reinventó) el territorio como
condición para algunos músicos y con ello desconectó
la fiesta del proceso del intercambio musical y de la
socialización del músico. Esto en unos casos significó
menos música –en tanto la socialización se hacía
sin la interpretación musical– y en otros, como una
investigación seria y una buena forma de reclamar
los tiempos solitarios, se convirtió en factor para el
estallido del proceso creativo.
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