Revista UNADiccion Mayo 2015 | Page 35

El vocabulario de una persona se basa en la cantidad de términos que usa para expresar una idea. Hay personas que tienen la palabra en la mente y no le sale por la boca. Otros tienen la palabra en la punta de la lengua, pero no la encuentran en la mente.

Cada individuo utiliza en su comunicación diaria un número de palabras habituales, sería su vocabulario personal. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre el número de palabras que se utilizan, pero puede servir de referencia que al aprender una nueva lengua algunos métodos hablan de 1000 términos como cantidad mínima imprescindible para una comunicación satisfactoria. Lo que está claro es que cuanto mayor sea el número de vocablos que utilicemos, mayor será nuestra capacidad para comunicarnos.

El lenguaje tiene una clasificación compleja de palabras: verbos, nombres, artículos, preposiciones, adverbios, etc. Por otra parte, cada día aparecen nuevas ideas y tendencias que se convierten en palabras. Y así sucede en todos los idiomas. El vocabulario no es algo fijo y estático, puesto que se va renovando y ampliando constantemente. Un buen ejemplo sería la jerga juvenil, es decir, las palabras que cada generación de jóvenes inventa para referirse a las cosas. Algunas permanecen, pero la mayoría desaparecen, al tratarse de modas o tendencias pasajeras.

Cada ámbito de la realidad, cada profesión o actividad tiene su propio vocabulario. Se puede hablar o escribir con términos corrientes o especializados. Es lo que sucede cuando vamos al médico y le pedimos que nos explique nuestra dolencia con palabras sencillas, con un vocabulario asequible y fácil de entender.

Hay vocablos universales. Serían las palabras que se pueden traducir de una lengua a otra. En este caso no existe ninguna dificultad a la hora de su traducción. Sin embargo, hay palabras muy específicas que pertenecen a una localidad determinada, a un pueblo concreto. En este contexto, el significado de esas palabras específicas es intraducible o, en el mejor de los casos, tienen una dificultad especial para ser comprendidas en otro idioma.

Lo correcto en una conversación es utilizar un vocabulario común y corriente sin caer en lo vulgar y ridículo. Saber expresar una idea es tan sencillo como escribir una oración: sujeto + predicado. Es decir, tener claro que en el predicado tenemos que usar siempre un verbo para indicar la "acción".

1) Ordena tus ideas en tu mente antes de expresarlas.

2) Cultiva la lectura y lee temas que puedas debatir, conversar, opinar y comentar.

3) Lee en voz alta para que escuches tu propia voz.

4) Repite en voz alta aquellas palabras y términos nuevos para ti.

5) Busca el significado de las palabras nuevas. Úsalas cuando converses con alguien.

6) Explica una palabra, en vez de decir la palabra.

7) Escucha a otros cuando conversan contigo, hazle preguntas.

8) Procura conocer y aprender los sinónimos y los antónimos de palabras corrientes y comunes.

9) Expande tu lectura hacia otros temas. No te encierres en tus gustos.

10) Procura comprar y hacer los juegos de sopa de letras y crucigramas.

11) Subraya o resalta las palabras nuevas que te llaman la atención.

12) Controla sobremanera los términos modernos de farándula que se usan en tu medio ambiente y entorno. Procura identificar el momento y el lugar dónde usar un vocabulario amigable, de estudio, de negocio, de noviazgo, etc.

Utilizar un vocabulario amplio y de manera precisa es una buena receta para la vida diaria. No tienes que ser un intelectual para tener un vocabulario amplio. No se trata de saber palabras como si las coleccionáramos.

Sin embargo, mejorarlo te dará una imagen positiva de seguridad y de confianza, ya que indica que es una persona atenta y educada. No hay secretos en cómo mejorar tu vocabulario, el detalle está en invertir tiempo y deseo en adquirirlo.

Es algo más sencillo: el vocabulario es la gran herramienta de la comunicación para enfrentarnos con la vida.

Un poco de humor:

"Puedo volar..."

dijo el poeta...

Y murió cuando una muchedumbre ignorante, que no conocía el lenguaje figurado, lo arrojó desde una altura de cuarenta metros.

Por: L.A.E. Gloria Rodríguez Mendoza

¿COMO ANDA MI VOCABULARIO?

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