Revista UNADiccion Mayo 2014 | Page 17

Solo girar un poco mi cuerpo y sin dar un solo paso me encuentro en el cuarto de baño, ese baño que está fijo en mis recuerdos, con su closet incrustado en la pared que guardaba los utensilios y productos de limpieza, ahora y aquí en medio de la historia, me veo buscando en una caja de cartón que está llena de chucherías, juguetes, cubetitas, llantas salvavidas de plástico inflables, deslizadores, todo exclusivamente su uso en para la playa, el traje de baño que necesito, me doy cuenta para mi desgracia, de que no hay nada a mi gusto, saco y riego por todo el piso hasta que finalmente me decido por un traje de una sola pieza con un estampado de colores moteados entre rosas y azules, pero que es el que me queda a la talla de mi delgadísima figura que tenía entonces. De regreso y ya vestida con ese horrible traje de baño, busco con la mirada a los niños y no los veo en ningún lugar. Entro lentamente a la alberca llena de agua marina y gente desconocida compartiendo jubilosamente, sin embargo yo me siento perdida entre todos ellos, no encuentro relación alguna, observo a mi alrededor, busco algo familiar, algo que me diga que es lo que hago yo ahí, que me dé la razón y el sentido de pertenencia, sin encontrarla. Me sumerjo empujada por el instinto Salimos a la superficie inseparables al unísono e iniciamos un juego de manos salpicando de agua nuestras caras, retozando y gozando del reencuentro. Finalmente me despierto. Con una leve sonrisa en mis labios y deseando continuar con esa agradable emoción de haber compartido dormida la inverosímil experiencia de estar allí mismo, en mi casa, todos los escenarios en el mismo lugar y al mismo tiempo, con las edades de entonces y el entendimiento actual saturado de una mezcla de épocas, me levanto y sin hacer 7V