necesario colocar un sartén sobre de
ello, por lo que no haría falta encender
una estufa ahorrando por lo tanto
combustible. Con ese pensamiento me
quedo nuevamente dormida y continúo
soñando. Al parecer también era una
pequeña tienda de artesanías porque
en el aparador pegado a la pared
contraria a las escaleras hay unos
cuantos maniquíes desnudos a los
cuales intento vestir con atuendos
indígenas, muy coloridos. A cada uno
de los atuendos le coloco el precio al
pie de los maniquíes con el costo
5,000.00 pesos, en el momento de
agacharme a colocar el último cartón
descubro al extremo de la escalera a
una mujer tirada en el piso llorando,
emitiendo ligeros lamentos y a su
alrededor un tumulto de gente
igualmente advierto que una mujer se
inclina ofreciendo ayuda. La mirada de
la llorona se cruza con la mía, se
levanta dirigiéndose a mí pidiéndome
auxilio e intenta subir al segundo piso.
Naturalmente que yo no se lo permito
sosteniéndole con firmeza del brazo
pero sin lastimarla, arriba, en el
segundo piso se encuentran las
habitaciones privadas de la familia, al
detenerla me doy cuenta de que la
manga de su grueso abrigo de lana
está mojada, la abrazo recargándola
en mi regazo, le ofrezco mi apoyo y le
pregunto qué le ha sucedido, ella no
me responde, con una angustiosa
actitud se gira buscando en su
alrededor no sé qué, la detengo pero
quedé muy asustada al darme cuenta
que su abrigo estaba lleno de sangre.
Inicio un interrogatorio para saber
quién es, cómo llegó hasta aquí,
porqué esta lastimada y porqué está
ensangrentada y mostrando pánico es
sus actos? a lo que ella responde que
no recuerda nada, no sabe su nombre
ni que le sucedió. Veo que se acerca
más gente y les pido que se retiren,
ella sigue insistiendo en subir, la
inmovilizo con fuerza. Ella, al ver a un
hombre que se acerca, estalla en
llanto nuevamente, le hago la pregunta
de que si lo conoce y la causa de su
temor, únicamente le señala con terror
balbuciendo incoherencias. Al mismo
tiempo