El mundo de mis sueños
En el mundo de los sueños se pueden
vivir las aventuras más inverosímiles y
complejas,
deseos,
añoranzas,
fantasías. Allí en ese lugar todo es
posible.
Dormir es la vía y puerta de entrada en
esa dimensión que nos da acceso para
regresar al pasado, estar con nuestros
seres queridos ya sea que estén vivos
o muertos, o simplemente viajar al
futuro y compartir momentos con
personajes desconocidos e irreales, en
lugares lejanos o en esos que han
tenido tanto significado en nuestras
vidas y que por tal razón visitamos
constantemente llevándonos de la
mano a disfrutar de
infinidad de
encuentros momentáneos de los que,
en ocasiones cuando los sueños son
seductores no quisiéramos despertar
pero hay otros que no son tan
agradables, que nos angustian, de
esos que se convierten en pesadillas,
son de los que quisiéramos despertar
inmediatamente y olvidarlos por
completo y lo más pronto posible.
Afortunadamente esta noche no es el
caso. He seguido con mi molestia en el
hombro, el relajante muscular me pone
somnolienta, por lo tanto me
introduzco inmediatamente después
de acostarme en mi mundo de los
sueños.
Una hija, niños, maestra y mi
presencia son los personajes de la
historia que se lleva a cabo en un
salón de clases, material habitual para
el aprendizaje, mobiliario y yo como
espectador de los acontecimientos.
Nunca supe cómo se llamaba mi hija
porque nunca lo mencionamos, la veía
hacer su tarea a mano en un cuaderno
formato
profesional
con
hoja
cuadriculada, escribía
definiciones,
tampoco sé
qué materia ni que
definiciones serían, (estoy intentando
recordar sin lograrlo), solo veía que
escribía con una letra clara, firme y
simétrica, muy bonita para su edad. De
pronto el cuaderno desaparece y la
hoja ca