Revista UNADiccion Julio 2015 | Page 15

… El rechinido de la puerta la hizo reaccionar y la silueta de un hombre cruzó con dirección a la mesa del fondo, sin dar importancia a la persona, trató de adivinar el lugar que ocuparía, como queriendo distraer sus recuerdos. Aquel hombre parecía distinto al lugar, de grueso pelo negro, de tez morena clara y con un extraño gesto que hacía imposible adivinar su temperamento. Era un hombre de edad adulta sin embargo, tal vez por su firmeza al caminar, era prácticamente imposible adivinar su edad, era como si el propio tiempo se hubiera detenido en algún momento de su vida. El hombre pidió un café y volteó hacia la joven, como si hubiese sentido su mirada, Lluvia volteó bruscamente al sentirse descubierta y una sonrisa pícara brotó de su rostro. Había un poco más de 2, 000,000 personas en la ciudad, pero entre todas ellas, parecía ser que aquel hombre, era dueño de una peculiaridad que Lluvia debió notar, aunque tal vez jamás sabría quién era esa persona.

Lluvia pidió la cuenta y se retiró con dirección a su casa, continuando con su vida solitaria. Alguna vez un buen amigo opinó, que su destino era dirigido por un libreto sin diálogos, porque eran sus gestos y sus ojos quienes hablaban por ella.

Ya eran las 10 de la noche y a pesar de que su cuerpo pedía a gritos un descanso, Lluvia permanecía sentada frente a sus cuadros como imaginando una historia de amor y felicidad en el interior de ellos. Una hora más tarde, Lluvia se recostó y entre el pasaje de su vida el recuerdo de su padre vino a su mente y después de arroparla y darle un beso en la frente, se desvaneció perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Un ruido en su ventana la hizo levantarse y un sentimiento de angustia y desesperación llenó su alma de espanto, al tiempo que su corazón peleaba por salirse de su pecho, en su sueño, un objeto de extraña forma rodaba pesadamente con dirección a ella y el hilo que la sostenía parecía romperse, sus ojos una tanto desorbitados desenfocaban la escena y un sentimiento de muerte la invadía poco a poco, despertando en el momento mismo en que el hilo se rompía y ella se resignaba a caer sobre el abismo, que abría sus fauces tan oscuro y tan profundo que parecía no tener fin.

El sonido de una llamada la obligó a terminar de despertarse y con un sentimiento de alivio lluvia se apresuró a contestar:

-¿Bueno?

-¡Hola!-contestó una voz varonil detrás del teléfono.

Lluvia intentó inútilmente de reconocer esa voz, aunque de algún modo se le hacía conocida.

-¿Quién habla?- Preguntó Lluvia- Pero solo escuchó el murmullo de la calle. Pensando que había sido una broma de mal gusto, colgó el teléfono y se asomó a su ventana. La fresca brisa de la madrugada pegaba contra su rostro y sus hermosos ojos verdes dirigieron su mirada hacia el cielo aún oscuro. La intensa luz de la estrella de la mañana lucía en todo su esplendor sobre el oscuro cielo, por lo que Lluvia decidió volver a acostarse. Se acomodó en su cama sin intensión de conciliar el sueño, su mente nuevamente empezó a divagar por distintos momentos de su vida y sin saber cómo, el recuerdo del hombre del restaurante vino a su mente, ni siquiera con un esfuerzo extraordinario habría podido recordarlo tan nítidamente como en ese momento. Recordaba claramente cuando escuchó el rechinido de la puerta y el hombre entró al lugar, con paso firme se dirigió a la mesa y antes de sentarse volteó hacia ella mostrándole una ligera sonrisa, tan ligera que parecía más bien un gesto. Después de sentarse, su mirada pareció perderse sobre su mundo, ajeno a la gente y al lugar.

-¿Habrá sido él?- Se preguntó Lluvia en voz alta pensando en la llamada que acababa de recibir minutos antes.

Pero el solo hecho de pensarlo le pareció a ella muy tonto, tan tonto como pensar en contar las estrellas sobre su cielo o los granos de arena del mar, de hecho empezaba a dudar de si la llamada había sido en el sueño o en la realidad.

15