Revista UNADiccion Febrero 2015 | Page 10

Encuentro

Precisamente hoy, decido partir por un momento de la osadía de días anteriores, tanta calma me enferma, a ratos me siento aislada de mi mundo, mis alas se encuentran sedentarias, sé que el cuerpo lo requiere, porque ahora soy marioneta de una vida interna que crece dentro de mí.

Recorro con dolor (el ahora recurrente en mis caderas) éstas calles que me han acompañado durante más de diez años, las noto distintas, ¿Será que mi dolor les duele? , palpo sus paredes de cantera fría por naturaleza.

Me acerco poco a poco al andador turístico, veo el oleaje de gente que sube y baja de él, las jovencitas que caminan despacio y con ese cuidado de que los tacones no se encuentren con las grietas del piso. Algunos pasan sonrientes, otros de prisa, y me llama la atención sólo una persona de entre tanta gente. Aquel personaje que se encuentra cerca de la fuente que está encerrada entre en andador y la plazuela “El Pañuelito”.

Es quién de la fuente roba el agua para echarla a un árbol, que se encuentran a unos metros de él, su vestimenta es sucia; playera blanca con manchones negros y cafés, el pantalón que lleva está roto y unos zapatos que apenas y se notan que alguna vez lo fueron. Su cabello es largo y de tan sucio no se nota ya el color, parece hambriento, pero ésta noche como muchas, se ha tomado el tiempo para darle agua a su árbol, porque él ya lo ha adoptado y lo sabe indefenso, porque conoce la maldad de la gente, ya que ha sido víctima de cada uno de los caminantes que he encontrado, por la indiferencia y el desprecio.

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