Revista UNADiccion Enero 2015 | Seite 8

Detrás del Bolígrafo Por: Sheccid Soledades La lluvia era ese refugio que nos mantenía a salvo, la ciudad callaba para contarnos nuestros secretos, alguna vez creí amar hasta que hasta que sangra el alma. Luego una vertiginosa cortina de incidentes pasajeros se encargó de poner las cartas sobre la mesa y abrirme los ojos al mundo de los vivos. Me di cuenta que la eternidad dura un instante, que el café mataba nuestros miedos, que el ayer y el ahora van unidos de la mano. Añoro la lluvia que caía sobre nuestros cuerpos, el beso de la puerta a otros senderos, añoro tus manos que se fueron en silencio y ese sonido de tu voz en mi cerebro. Hay mil soledades y un poema, fue todo lo que quedo de aquella estela, un corazón más rojo que ardió entre el infierno y logro su exilio a la gloria. Ya no nos conocemos, tus alas se fueron a otros cielos, mis letras a otros libros, pero hay días como estos que cae la lluvia fría entre mis dedos y recuerdo un par de promesas y dos tontos que se me amaban en silencio. Entonces descubrí que deje de escribir por sentirme descubierta ,que el hilo de la complicidad que habitaba en esas letras era incensario, que las madrugadas se enroscaban en el frío y yo esta vez no me perdía en la neblina; suele pasar que cuando uno deja de hacerlo te sangran los dedos, porque has de saber que al escribir la melancolía y alguna que otra tristeza siempre buscan la salida, siempre joden el día, con el tiempo ,te resumo hice de toda esa idea el centro de mi vida, pero paso el frío paso la noche, paso la lluvia y me descubrí más sola, más triste y más melancólica con un puñado de letras que ya no pertenecen a nadie pero que hoy me doy cuenta que eran tan necesarias para respirar. ¡Despierta!