Revista UNADiccion Enero 2015 | Page 21

tus regalos pero debes de estar profundamente dormida, argumentando nuevamente… “Si notan que estas despierta queriendo verlos, no entrarán y llevaran tus juguetes a los niños obedientes que se fueron a dormir cuando sus papas se los ordenaron”. Primeramente me afané en darles grasa negra a mis zapatos viejos, después, les di a cada uno un escupitajo para sacarles brillo y los lustré con un trapo hasta lograr que rechinaran de limpios. Al terminar se los mostré orgullosamente para que me diera el visto bueno y me asegurara que a la mañana siguiente estarían mis regalos a su lado, diciéndole. ¿Qué te parece mamita chula, lo hice bien? Ella con una amplia sonrisa asintió con un ligero movimiento de cabeza acariciando mi carita y dándome unas palmaditas que eran su muy especial manera con la que acostumbraba expresarme su amor maternal, continuó diciéndome, “¿Ves ese agujerito, allí en la esquina superior de la ventana?” ¡Ah! Pues por ahí entrarán los reyes a dejarte La curiosidad natural de niña me mantenía despierta, quería ver forzosamente la llegada y me preguntaba ¿cómo era posible que entrara un elefante, un camello y un caballo por ese pequeño orificio y además cargando en su lomo a Melchor, Gaspar y Baltazar? No lograba conciliar el sueño a pesar de contar borregos saltando una cerca uno tras otro. Afortunadamente me quede dormida deseando que mis regalos no fueran a parar a las manos de niños más obedientes que yo. Ahora recordando esa etapa, me parece escuchar esas palabras en la voz de mi madre y rueden incontrolables lágrimas por mis mejillas. Quisiera creer y tener esa ingenuidad para escribirles nuevamente una carta a los tres Santos Reyes Magos, como en ese entonces y les pediría lo siguiente: “Queridos Reyes Magos, quiero un regalo muy especial, sé que suena imposible, pero para ustedes no existe esa palabra, “Por favor, se los suplico, tráiganme a mi mami a “El mundo de mis sueños” así podremos estar juntas la madrugada del 5 de enero”. Por: Luzma Schulze