Queridos
lectores,
las
fiestas
decembrinas culminan felizmente
con la epifanía dejando un espacio
para un nuevo artículo.
Las secuencia de las imágenes que
aparecen frente a mí noche tras
noche
seguramente
que
son
fragmentos de la vida real
mezclados con deseos consientes que
poco a poco han dado forma a las
historias que les he venido relatando
a lo largo de un año y que se han
publicado en el apartado “El mundo
de mis sueños” aquí en su revista
UNADiccion, donde no eres un fan,
eres adicto.
En esta ocasión el relato se desarrolla
entre el envío de la carta tradicional
con la petición de regalos a los
“Reyes Magos” y su llegada en una
madrugada del 5 de enero como
remembranza de una bella época de
mi niñez en la que la curiosidad,
ilusión e ingenuidad infantil me
mantuvo inquieta durante la
prolongada espera de la llegada de
estos personajes a nuestro hogar.
Carta a los Reyes Magos
Queridos Reyes Magos:
Espero que se encuentren bien de
salud. Les comunico que me porté
muy bien durante todo el año, fui
una niña obediente, aplicada y
calladita. Así es que, creo, que me
deben traer una muñeca Elizabeth,
rubia de pelo largo con ojos azules
pero que se abran y cierren, debe ser
de carne, no quiero de plástico duro,
vestida a “Gogó”, la falda a media
cadera de cuadros rojos con negro,
blusa blanca con encaje en las
mangas y el cuello, un cinturón
dorado, blúmer con encajes, calcetas
y zapatitos blancos. Ah! Y si no es
mucho pedir quisiera que me
trajeran también un poco de dinero
para comprarme una tablilla de
chocolate “presidente”.
Sin más por el momento les mando
mi agradecimiento y les deseo un
buen viaje para que todos los niños
del mundo reciban sus regalos a
buen tiempo.
Atte. La niña más buena de la
familia. LLSA.
P.D. En mi buro hay un vaso de
agua de limón por si tienen sed y
unas tortas de jamón con queso,
jitomate, aguacate y chiles en
vinagre para que no pasen hambre.
“Mi hijita, bolea tus zapatitos antes
de irte a dormir, recuerda que esta
noche llegarán los Santos Reyes
Magos bendiciendo nuestro hogar
trayendo los juguetes que les pediste
en tu cartita, segura estoy que si no
ven que están limpios, pasarán de
largo y tus regalos se los darán a
algún niño pobre que no tiene
zapatos.” Eso me dijo mi madre en
esa interminable noche de espera.