Revista UNADiccion Abril 2014 | Page 14

¡Queridos lectores! ¡Hoy amanecí muy contenta!! Fueron muchos sueños muy bonitos, se desarrollaron en maravillosos escenarios, todos ellos llenos de luces y colores, tan lindos que colmaron de alegría y de risas durante el día despierta y por la noche al dormir. La primera parte no tan alegre, me fui a dormir con un comentario de la foto que publique en FB, no es mía, pero dice así la leyenda “Los hombres se enamoran por lo que ven, las mujeres por lo que escuchan…. Por eso los hombres mienten y las mujeres se maquillan” y eso dio pauta a mis recuerdos y en especial a un hombre que determinó el rumbo de mi vida, R. Eugenio el padre de mis hijos, y claro está, él fue uno de los protagonistas de la primera parte de mis sueños. Lo vi tan real, tan claro, tan como fue. Lo sentí tan cerca de mí, enamorada como entonces, escuche su voz y con ella y con sus manos me acarició, me beso tan tierno como lo era él, tan infantil, sano alegre y risueño y al mismo tiempo apasionado, que tiempos aquellos. Eso es lo único que recuerdo y el lugar, que era muy pequeño, encerrado en muchos lugares, pero no quiero recordar toda la historia, el haberlo visto así es una bonita imagen que no quiero que nada la empañe. La otra parte también muy cómica y ahí es donde entran los contrastes de luces en la noche y también de día, eso sí, se siente calor y humedad. Tal vez influye el calor de la noche que pasó en la realidad y lo sentí en mi vida de dormida. Fiesta implica felicidad, risas y un ir y venir de personajes. Sentadas todas las hermanas alrededor de una mesa rectangular, larga, de madera en blanco enmarcada en metal al igual que las patas, en la que cabíamos todas muy cómodamente, hasta mis papás, mis lindos viejos que tanto extraño, estábamos comiendo unos panquecitos de chocolate. Yazmín mira y mira el suyo y mira comparándolos con los de otros, esa mirada demostraba el deseando de comerse también alguno de los demás pero que nadie está interesado en compartir, solo hay uno para cada quien y además eran muy pequeñines. Todos portábamos guantes, eran tan grandes y desproporcionados que a ninguna nos quedaban e ilógicos para el caso, de un material nada flexible, forrados de peluche dejándose ver al rededor en la parte superior de un color café rojizo, me son muy parecidos a los que usamos para raspar la nieve de los autos en temporada de invierno, solo que no tenían la cuña para tal efecto, los describo en detalle porque llamaron mucho mi atención por lo incongruente del uso de ellos para estar comiendo esos panquecitos tan pequeñines. Al terminar de comerlos nos levantamos de la mesa para bailar y seguir la fiesta con tremendo regocijo Connie nos informa de la llegada de Günther. Todos lo vemos venir con una expresión de sorpresa y al mismo tiempo de burla pues el "Don" ya estaba frente a nosotras. Se había pintado el pelo de un tono negro azabache y hecho un chino permanente que le hacía tener un aspecto parecido a un mono africano, con largas patillas en el rostro desencajado, estaba muy flaco, su vestimenta de los años 70`s ¡qué impresión nos dio al verlo! y todas cuchicheábamos el acontecimiento uniéndose a nosotras nuestra hermanita continuando la fiesta. Sí, naturalmente una fiesta ya muy divertida, como lo estábamos todas, el único