Travesías didácticas Nº 29 • Diciembre 2018 | Page 32
La vieja discusión...
Margarita Penadés
que cuando sea adulto solo recuerde del jardín que fue feliz jugando, es por ello que la maestra
enseñaba utilizando el juego como método, tal como Rosario Vera Peñaloza lo sostenía: “Es
así como trabajamos aunque parezca que jugamos”. 6
Por otro lado, el juego pasó a ser “la golosina” que premiaba los esfuerzos realizados por los
niños en el jardín. Expresiones como ésta podía escucharse en una sala cualquiera luego de
que los niños hayan realizado alguna actividad: “como trabajaron mucho y muy bien, ahora
vamos a jugar al parque”, “los que terminen pueden ir a jugar en los sectores” o por el contrario
“si siguen gritando, no salen al parque”. Es decir que, hay golosina si se logran los objetivos
propuestos por la maestra (premio) y no hay golosina si no se alcanzan (castigo). Este binomio
premio-castigo/amenaza instala al juego en el jardín como un dispositivo disciplinador
escolar.
Si pensamos al juego como “la golosina” podríamos bien relacionar con la acción tantas veces
realizada por nosotras las jardineras, de darles caramelos como regalo después de alguna
jornada de trabajo o de cualquier otro evento… ¿será solo una muestra de afecto hacia los
chicos o se esconde algo más detrás de la golosina? ¿es necesaria “la golosina” para
enseñarles y reconocer sus esfuerzos? ¿o para decirles “te quiero”?... esto amerita una
reflexión aparte.
La presencia misma del juego en las salas,supuso la elaboración de materiales específicos
para acompañar ese proceso de enseñanza y de aprendizaje. Así fue como desde las primeras
formulaciones didácticas propias para el Nivel Inicial, el juego fue considerada la actividad
fundamental de la infancia y se instaló como eje central de la enseñanza.
El juego ingresa al nivel inicial de la mano del conocimiento que debían adquirir los
chicos. Había que enseñar nuevos saberes pero de una manera diferente a como los
maestros de primaria enseñaban a sus alumnos, por eso se piensa en el juego al ser
considerado un rasgo “natural” de los niños pequeños, lo que haría que jugando aprendieran
sin darse cuenta (como proponía Froebel). Hoy bien podríamos preguntarnos ¿por qué esa
insistencia en que “no se dieran cuenta de que estaban aprendiendo”? ¿acaso se estaba
ocultando algo?...
La didáctica ha hecho uso y abuso del juego infantil olvidando en sus propuestas el principio
que sostiene que el juego es una experiencia creadora, una forma de vida.
Para Ana Malajovich, la presencia del juego en las concepciones didácticas responde a dos
razones que se complementan: por un lado era necesario reafirmar el carácter educativo del
nivel pero desde un modelo distinto a los otros niveles, y por el otro, había que socializar a los
niños en una cultura diferente a la familiar, por lo tanto, solo sería posible enseñar hábitos de
manera encubierta a través del juego para asegurar así su futuro escolar.
SARLÉ, Patricia (2010) “Lo importante es jugar…” Cómo entra el juego en la escuela. Cap. 1, El juego como
método: una historia que comienza con Froebel, p.37. Bs. As. Ed. Homo Sapiens
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