Travesías Didácticas Nº 23 • Diciembre 2016 | Page 40
Compartiendo experiencias
¿Por qué hay que cantar siempre la misma canción para merendar o para lavarse las manos?
¿Por qué hay que sentarse cuando otro lo decide, no pueden algunos estar sentados y otros
no?
Muchas veces las prácticas docentes apuntan a la domesticación, y no a dar herramientas
para ser más independientes.
Posiblemente las condiciones de trabajo de los docentes (entre 20 y 30 chicos con un solo
adulto, sueldos bajos, poca contención y acompañamiento de los directivos, etc) influyan o
interfieran en el no poder reflexionar y darse cuenta de lo que uno hace. Es posible que con
27 chicos sea más fácil domesticarlos, por ejemplo "si canto tal canción hacen tal cosa", en
vez de darles herramientas más genuinas para que con autonomía tomen sus propias
decisiones. Pero esa realidad del trabajo docente no justifica caer en prácticas disciplinadoras
y artificiales.
En el Nivel Inicial, y en especial en el Jardín Maternal, encontramos una realidad en la que
muchos, o casi todos los niños, apenas hablan; algunos, los más pequeños, ni lo hacen. No
pueden decir: no quiero, me aburro, eso no me gusta, no quiero hacer eso, me siento solo.
Expresan su malestar con lo que sí pueden y saben hacer: llorar. Entonces me pregunto ¿qué
pasa con los adultos ante estas manifestaciones? ¿Intentamos adecuarnos a sus
necesidades? O aprovechando este no poder de los pequeños decidimos por ellos pero según
nuestra conveniencia. ¿Qué estrategias construimos para que puedan ejercer su derecho a
no querer? ¿Qué alternativas ofrecemos para que puedan tomar sus primeras decisiones?
Lamentablemente, lo que observo con frecuencia es que los adultos ejercen un tipo de poder
que, en lugar de atender cuidadosamente a la asimetría (relación adulto-niño), la aprovechan
para moldear y regular la organización del tie mpo y la tarea para su propia comodidad y no
para favorecer las condiciones iniciales del proceso de adquisición de la autonomía infantil.
Cuando en una actividad exigimos para todos los niños los mismos tiempos ¿es condición
para un buen aprendizaje que todos comiencen y terminen juntos? ¿Acaso no valoramos la
diversidad? Los niños son muy diferentes en estas edades y por sobre todo está el derecho
de los niños a ser niños, a los que como ya dijo Serrat, por su bien "no hay que domesticar".
Algunas experiencias y reflexiones sobre nuestra práctica
“Me había tocado a mí coordinar la merienda, con mi compañera habíamos decidido cantar
una canción distinta a la que cantaban todos los días. Cantaban primero la canción de “la
casita que es así y así”, hasta llegar a una casita chiquita que los hacia hacer silencio, y
después cantaban la de “los enanitos van a merendar” que terminaba con un "ya podemos
empezar". Cantamos otra canción, una de piratas, que tenía que ver con algunas actividades
que veníamos haciendo, y luego empezaron a merendar. Una de las nenas, cuando todos a
su alrededor ya estaban merendando, se acercó a su maestra para preguntarle si podía
empezar porque no habíamos cantado la canción de siempre.”
A pesar de que les había hecho la propuesta de cantar otra canción para acompañar ese
momento, la domesticación fue más fuerte, la niña no pudo ver que sus compañeros estaban
merendando ni darse cuenta sola autónomamente de que si ya tenía la comida y la bebida
podía empezar. Ese tipo de condicionamientos, generados desde lo docentes, hacen que los
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