Travesías Didácticas Nº 23 • Diciembre 2016 | Page 35
El juego es un momento esencial en el Nivel Inicial
en donde podemos enriquecer nuestra mirada docente
comprendiendo las diferentes escenas que van sucediendo.
Es el momento de mayor riqueza en el desarrollo de los niños,
donde, si estamos realmente atentos, podremos descubrir todos
los recursos que los pequeños van teniendo y logrando para
promover en consecuencia nuevos aprendizajes desde nuestro rol.
Para ello deberemos considerar diferentes variables. Por un lado, es necesario reflexionar
sobre el tiempo, el espacio y los materiales que habilitamos para el desarrollo del juego.
Revisando planificaciones, sería importante evaluar cuál es el tiempo real que ofrecemos para
jugar. ¿Es un tiempo para que surja el juego o es simplemente un momento para justificar la
presencia del juego en las salas? Hay niños que necesitan mayor tiempo para entrar en el
juego y desarrollar el mismo. Necesitan un momento más prolongado de exploración hasta
que logran entrar en escena y darle un sentido. Paralelamente hay instancias lúdicas de mayor
riqueza en las que los niños se sienten totalmente comprometidos y es necesario prolongar el
tiempo de juego para que puedan disfrutar así como hay otros en donde se agota el desarrollo
antes de lo previsto. Para esto es fundamental que el docente esté atento al desarrollo del
juego de los niños y palpitando los momentos de mayor despliegue y de relajación posterior.
Para el diseño del espacio de juego, la intervención docente es esencial. La disposición del
mobiliario, de los materiales, la ambientación (música, elección del lugar, etc.) es clave para
que los niños sean seducidos por la propuesta de juego. Tendrá que ser un espacio que
provoque la acción, que genere en los niños la curiosidad y despierte el deseo de involucrarse
y desplegar su juego junto a otros. Si recibimos a los niños todos los días de la misma manera,
no generaremos respuestas diferentes y es muy posible que los niños se aburran en algún
momento. Tampoco predispondremos a los niños a nuevos aprendizajes. No se trata de
grandes cambios, a veces es disponer el mobiliario de otra manera, tapar algún sector,
destapar otro, generar otro ángulo de visión para que los niños, por ejemplo, miren hacia
arriba, hacia un costado y se sientan invitados incluso corporalmente a modificar su jugar.
En el marco de una capacitación docente, una maestra comenta con preocupación
que al asumir una suplencia en un Jardín Maternal, la docente titular, le presenta la
sala, los niños y le muestra una bolsa grande en la que había botellas y pelotas de
plástico y le dice “para el momento de juego, le tirás esto en el medio y con eso se
entretienen un buen rato”. Y continúa contando que esto era precisamente lo que la
docente realizaba, vaciaba la bolsa entre medio de los pequeños y se quedaba
sentada a un costado mientras realizaba otras tareas.
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