Travesías Didácticas Nº 22 • Julio / Agosto 2016 | Page 13
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¿Somos realmente conscientes de las huellas que imponemos a los niños con estas
actitudes y acciones, de los modos y modelos que les transmitimos junto con la idea de
que no son verdaderamente cuidados y protegidos, y que no cuentan con adultos que
representan un mundo cálido y comprometido?
Retomemos lo planteado en relación con la falta de disfrute y la pérdida de sentidos.
Hemos perdido en muchas oportunidades la posibilidad de disfrutar de nuestra tarea
educativa. Es lógico si pensamos en la sobrecarga, las demandas, la falta de reconocimiento,
la complejidad de la misma.
Sin embargo, si no disfrutamos de nuestro hacer profesional, de acompañar a los niños en sus
procesos, de sabernos participantes activos en sus logros, responsables directos (aunque no
únicos) del rumbo que tomen sus trayectorias escolares, es muy difícil sostener las acciones
con entusiasmo y compromiso.
Por otra parte, el disfrute se contagia, el deseo se transmite “con la leche templada y en cada
canción” (Serrat). La disponibilidad, el afecto, el compromiso, se ponen de manifiesto en cada
palabra, cada gesto, cada elección, cada material, cada propuesta.
Por esto es tan importante pensar en el sentido de las actividades que planteamos, para no
realizar siempre lo mismo, atrapados en la inercia de aquello que conocemos y nos sale más
o menos bien. Es necesario pensar si las propuestas que “arrastramos” históricamente tienen
cabida con estas infancias actuales, tienen sentido para sus procesos y son factibles de ser
desarrolladas de manera disfrutada, participativa y creativa. Y las que no lo tienen, deberán
ser reemplazadas por otras, animándonos a probar opciones y destinándole el tiempo
necesario a pensarlas, planificarlas y prepararlas. Nadie nos dijo nunca que existe en nuestra
profesión la posibilidad de desentendernos de nuestras tareas al retirarnos de las escuelas,
porque eso no tiene lugar si la desarrollamos con compromiso y responsabilidad.
En relación a lo presentado con respecto al “tironeo” entre la primarización y los
estereotipos, pensando en las posibilidades actuales de la Educación Inicial, es
importante sostener la propia identidad, alejarnos de aquello que no funciona o no nos
favorece como nivel y alcanzar las posibilidades de aprender de manera disfrutada y
participativa.
La tensión entre la primarización y los estereotipos nos ubica en más de una oportunidad en
la puesta en marcha de propuestas y acciones que no quisiéramos desarrollar, tanto porque
vuelven a ubicarnos como “el preescolar” y la mera preparación para la Escuela Primaria como
por situarnos en el desarrollo de actividades y acciones desactualizadas…que se nos filtran
en el devenir cotidiano más allá de las reflexiones y adhesiones a nuevas concepciones e
ideas. No necesitamos ni cantar ni poner las manitos atrás, no precisamos que todos
comiencen a merendar al mismo tiempo y mucho menos esperar que todos finalicen juntos,
no queremos colas pegadas en el piso con plasticola ni niños sentados como indios, no
reducimos el enseñarles a leer y escribir a reproducir linealmente porque sabemos que la meta
es acercarlos al reconocimiento del valor de la lengua escrita y las funciones de la escritura
en contextos significativos (escribo para luego poder recordar la receta o para saber que
guardé en ese espacio), no nos interesan las repeticiones de memoria de números y
colores…etc. etc. etc. ¿Por qué? Porque eso nos aleja de nuestra identidad, nuestras
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