Travesías Didácticas Nº 22 • Julio / Agosto 2016 | Page 11

educación y la enseñanza implica dejar de lado el cuidado y lo vincular (aspectos de hecho primordiales sin ninguna posibilidad de discusión al respecto). En tantas oportunidades y hace tantos años me pregunto de donde obtenemos la idea de oponer aspectos que se necesitan mutuamente, de confrontar en lugar de complementar las diversas opciones, de dejarnos llevar por las competencias y las luchas de poder que en definitiva logran alejarnos de lo central por ocupar los preciados tiempos educativos en discutir sobre denominaciones o ingresar algunas nuevas que no agregan prácticamente nada, casi sin darnos cuenta del peso que eso le imprime a las prácticas cotidianas y a quienes están en la complejidad de las tareas de todos los días. Es decir…  ¿de dónde sacamos la idea de que denominar alumno a un niño pequeño es quitarle la infancia en lugar de pensar que lo incluimos en la maravilla de ser parte de un espacio educativo que lo reconoce con todo lo que esto implica o al menos debiera implicar? La palabra alumno, como siempre digo, es la más bella del vocabulario luego de la palabra hijo/a y ahora agrego a mi vocabulario la palabra nieto/a, al menos para los que conocemos y amamos profundamente la profesión docente.  ¿Por qué la mención a la enseñanza nos produce tantos dilemas? ¿Será porque aun la continuamos asociando a las formas escolares tradicionales y sufridas? ¿Será porque en referencia al Nivel Inicial se agrega la necesidad de ampliar aquello que entendemos por enseñanza para adecuarlo a las acciones con los más pequeños?  ¿Por qué nos cuenta tanto sostener los principios pedagógicos que expresamos a través de las palabras, las ideas que mencionamos, los deseos que pregonamos? ¿Será que no terminamos de vislumbrar las diferencias entre lo que decimos y hacemos, entre las acciones que logramos concretar y las que soñamos realizar e incluso incorporamos algunas veces en nuestras planificaciones? La historia de la Educación Inicial, potente y prometedora desde sus inicios, se asienta en algunas ideas que -para mi gusto y analizadas desde nuestro presente- tensionan hacia determinadas concepciones estereotipadas de la infancia, la enseñanza y las acciones educativas. Muchas de estas ideas ya han sido mencionadas y desarrolladas por muchos de los especialistas en Educación Inicial. Las canciones con consignas tan desagradables como estereotipadas, la creencia en que repetir consignas cantadas o retos escondidos en rimas sin sentido son los mejores modos de lograr atención y respeto por las normas, la rondas o trenes tan difíciles de lograr erróneamente considerados símbolos de “orden” o muestra de organización, las luchas cotidianas por establecer "hábitos" (supuestas alegorías de “buena conducta”, interés y participación) que de lograrse implicarían la "domesticación" de los niños pequeños en el intento de que se queden demasiado quietos aunque sabemos que su esencia es moverse y que la quietud -si se logra- es a través de un permanente y agotador sistema de recompensas y castigos que nos desgasta como educadores y convierte a los niños en ese sujeto que no queremos formar...rebelde, enojado, pasivo o sumiso. 9