Travesías didácticas Nº 21 • Marzo / Abril 2016 | Page 24

¡¡Feliz cumpleaños a la ESI!! Lic. Gabriela A. Ramos plagadas de estereotipos y que, muchas veces, siguen firmemente instaladas en las instituciones educativas. Las más comunes se evidencian, por ejemplo, en el uso masculinizado del lenguaje, se suele decir “los chicos” cuando se habla de nenes y nenas o se convoca a “los padres” para una reunión a la que asisten muchas madres, padres, algunas veces abuelas o tíos, también hermanxs mayores que se hacen cargo de la crianza en situaciones particulares. Aun cuando se tiene la expectativa de convocar a la familia en su conjunto hacemos referencia sólo a una porción de sus integrantes. El uso del lenguaje invisibiliza en el masculino universalizante a una gran parte de las personas a las que se quiere involucrar. En este proceso de revisión de las matrices personales se ha puesto en evidencia las expectativas diferenciadas en el comportamiento hacia nenas y nenes. Era sabido, por los textos leídos que a eso se denomina “ estereotipos de género “ pero a la hora de ponerse en situación lxs docentes se encontraban adjudicándole a las niñas determinadas características por el simple hecho de ser niñas, y otras diferentes a los varones por ser varones. Se esperaba que “las nenas sean más tranquilitas y los varones más movedizos”. Se adjetivaba a las niñas como sensibles, princesas, hermosas cuando traían determinada hebilla o una ropa nueva “¡Qué linda que estás hoy! ¡Qué lindo peinado que tenés!”, mientras que en los varones los calificativos hacían referencia a su fuerza, valentía, coraje. En numerosas situaciones escuchamos decir: “¡qué grande que estás!! Cómo estás creciendo!! Comé toda la comida para tener más fuerza y correr más rápido!” Recordando estos comentarios sentimos que adquirieron valor los espacios de reflexión sobre nuestra práctica. Siguiendo a Bourdieu se confirma que es el habitus por el que se repite siempre la misma conducta, acríticamente si no se la puede re-visar. Pierre Bourdieu entiende que “…El habitus funciona como la interiorización de las estructuras a partir de las cuales el grupo social en el que se ha sido educado produce sus pensamientos y sus prácticas, formará un conjunto de esquemas prácticos de percepción -división del mundo en categorías-, apreciación -distinción entre lo bello y lo feo, lo adecuado y lo inadecuado, lo que vale la pena y lo que no vale la pena- y evaluación -distinción entre lo bueno y lo malo- a partir de los cuales se generarán las prácticas -las "elecciones"- de los agentes sociales. De esta manera, ni los sujetos son libres en sus elecciones -el habitus es el principio no elegido de todas las elecciones-, ni están simplemente determinados -el habitus es una disposición, que se puede reactivar en conjuntos de relaciones distintos y dar lugar a un abanico de prácticas distintas-…” (Diccionario Crítico de Ciencias Sociales, 2009). Por todo esto se plantea que uno de los principales objetivos del espacio de reflexión es la deconstrucción de nuestros habitus en torno a la educación sexual infantil. 22