Travesías Didácticas Nº 20 • Diciembre 2015 | Page 48

Acerca del rol docente en el Nivel Inicial... Lic. Susana Beatriz Broda variables singulares del contexto, de las rutinas escolares, de las distintas formas de enseñanza; se identifica, en consecuencia, la matriz de aprendizaje institucional. Develar de donde vienen prácticas e ideas, es un ejercicio posible para poder construir otros modelos, que se ajusten a las nuevas condiciones culturales y sociales. Quisiéramos comenzar por considerar el trabajo del docente como centro de la acción y la responsabilidad de pensar la escuela a partir de pensarse a si mismo. Que es necesario comprender la escuela como un espacio formador de futuros ciudadanos que deben insertarse en una sociedad democrática, participativa, solidaria y comprometida con su momento histórico y formular un replanteo profundo de las funciones del rol docente acordes con la escuela y la sociedad que postulamos. La” inmediatez “que caracteriza a las prácticas docentes y el “entramado complejo” de relaciones de los distintos contextos en los que debe desempeñar su rol, mueven al maestro a la resolución de su problemática sin recurrir al saber experto, sino recurriendo a ciertos “esquemas prácticos” que le dan seguridad y confianza. Esos esquemas prácticos es necesario que se vertebren con la dialéctica de sus esquemas teóricos, y de ese modo, pasar del énfasis de la formación inicial al discurso teórico crítico Dice Giroux, refiriéndose a la pedagogía como praxis (práctica en si misma y reflexión): “el docente debe hacerse responsable de las historias que produce, de las memorias sociales que transmite y de las imágenes de futuro que autoriza”. Por lo tanto ese docente debe poder discriminarse y percibirse dentro de la trama social en la que está inserto. Su profesionalización y el ejercicio de su rol no pasan exclusivamente por su habilidad técnico- pedagógica sino que deben, en la misma incluirse las dimensiones político y social. Ellas enmarcan lo específicamente educativo que es el espacio desde el que los grupos de educadores intentan y pueden operar cambios. De ninguna manera esto supone la aceptación pasiva de las variables sociales sino, por el contrario, el reconocimiento necesario para intentar dinamizarlas y superarlas. Para ello es necesario e imprescindible una capacitación pedagógicodidáctica en permanente revisión, análisis, enriquecimiento y actualización en confrontación con lo político y social. “Podemos afirmar que cada maestro es producto de la historia de la vida cotidiana en la escuela y a partir de eso, sus” haceres y saberes” llevarán impresos su modalidad y serán interpretados a partir del sentido común de su clase, de su representación de la realidad y de su historia personal. La profesión docente lejos de ser un modelo rígido e ideal conformado a priori, es producto de una construcción que se concreta en la vida cotidiana en la escuela.” Sandra Carli 46