Travesías Didácticas Nº 20 • Diciembre 2015 | Page 42
Descubriendo vacíos en la tarea...
Prof. Stella Mary Figueroa
“El cuarto gran vacío está ligado al anterior, se trata de nuestra identidad terrenal
como ciudadanos de la tierra.” Dice Morin, “se trata de ser ciudadanos del mundo no
solo del lugar donde vivimos”, entonces enseñar a cuidar este mundo implica enseñar
una identidad que conlleve a la responsabilidad y a la solidaridad, al cuidado de
nosotros, de los otros y del planeta.
El quinto vacío es saber afrontar las incertidumbres. Las ciencias nos enseñan
muchas certezas, pero no nos enseñan que existen también innumerables campos de
incertidumbre. Primero que todo, incertidumbre en el área del conocimiento porque las
ciencias modernas del Siglo XX han enfrentado estas incertidumbres”… para llegar
finalmente a las certezas, esto no solo ocurre con las ciencias exactas sino también
con las sociales. Por lo tanto la escuela es un espacio social en donde habita la
incertidumbre. Al respecto dice Morin: “¿Cuáles son entonces los medios para
enfrentar la incertidumbre? Es necesario aprender estrategias para enfrentarla, pero
no estrategias que supongan que el medio es estable sino estrategias que nos
permitan ser capaces de afrontar y modificar lo inesperado a medida que encontramos
nuevas informaciones. Así pues enfrentar las incertidumbres constituye un punto
capital de la enseñanza.”
El sexto vacío es la comprensión. “Cuando deseamos la paz en la tierra, según la
expresión “paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, nos damos cuenta que,
en el fondo, que la buena voluntad no es suficiente mientras no tengamos la voluntad y
la capacidad de comprender a nuestros semejantes.” Y para aclarar este vacío
continúa con la siguiente explicación: “Es decir, que no hemos adquirido las bases de la
comprensión y que es primordial enseñar y explicar cuáles son los medios que
podemos utilizar para controlar e integrar en nosotros mismos los procesos de
comprensión que nos permitan una apertura hacia el otro, una empatía hacia el otro.”
Nuestros alumnos aprenden también mirando nuestro accionar. Cuando se habla de
lograr ser comprensivos con nosotros y con los otros, con nuestros alumnos y colegas
implica pensar una clase sabiendo enseñanza brindada quedará como un sello en
cada alumno. En consecuencia, tener empatía con nuestros alumnos nos permitirá
elaborar estrategias para que puedan aprender lo que nos proponemos enseñar y a la
vez comprender que todos aprenderán con distintos tiempos y ritmos, podremos
generar “movimientos” no lineales en las clases, seguramente será más difícil pero a la
vez será más dinámico. Cada uno con sus tiempos con sus espacios para llegar a una
verdadera educación.
El último vacío es el que Morin llama “la ética, la antropo-ética, o la ética del género
humano.” En este sentido, recuperar los valores elementales como el saludo al
ingresar y salir del aula, la sonrisa afable son buenos síntomas de ética y también lo
son respetar los nuevos valores o formas de entender el mundo.
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