Revista #SoyUNEVErsitario Año 1 No. 1 Revista #SoyUNEVErsitario Año 1 No 1 | Page 23

XUNÁN KAB (LA ABEJA MELIPONA DEL MUNDO MAYA) IX K´UK B´AHLAM Había una vez una pequeña abejita con alas muy hermosas que habitaba en la selva maya. Le gustaba mucho volar y su nombre era Nicté Ha, poseía una familia muy grande y encantadora, que disfrutaban mucho trabajar. Nicté Ha tenía una gran admiración a la belleza de la naturaleza y al contemplar la biósfera se preguntaba ¿cuál había sido su origen?, ¿cómo habían llegado las abejas a la Tierra? Así que un día decidió preguntarle a su madre, la gran abeja reina, ella con mucho amor le relató el origen de la comunidad abejar y le platicó que allá en el corazón del cielo, en el paraíso eterno, habitaban el gran padre y la gran madre de todo lo que es y existe. Con gran amor, le narró que eran la pareja divina, la pareja que no tenía principio ni fin. Sus venerables nombres eran Itzamná e Ixchel y habitaban en el lugar de la esencia, lugar del señor y la señora, lugar de la dualidad. Eran seres con luminiscencia propia que un día decidieron darse un gran regalo y convidarlo al mundo sublime y terrestre. Por esa razón formaron a Xunán Kab, la abejita melipona, allá en el océano celeste, para su disfrute y regocijo de las delicias y las bondades de la miel. Nicté Ha, escuchaba con gran atención a su madre, quien le platicaba cómo el gran padre y la gran madre le dijeron a la abeja primera: “tu oficio será hacer miel y para ello trabajarás con gran amor cada día. Primero: formarás un gran panal en las cuatro cuevas de los cuatro bosques de mi reino, por tal motivo te daré muchas hijas e hijos para que te ayuden en esta labor, serán las abejas obreras y los abejorros fecundadores, y tú serás la reina de todo el abejar”. Le contó, que los grandes señores del cielo Itzamná e Ixchel continuaron diciéndole a Xunán KAb: “te deberán respeto y obediencia en el trabajo y producirán mucha miel, que será el fruto del trabajo arduo de cada día y de toda su vida; en beneficio tuyo y de tu colonia. Ello será tu recompensa y la recompensa de todos. “A tu orden, tus hijas e hijos descenderán a las cuatro cuevas, a las flores y a los campos para trabajar incansablemente. Ellas y ellos regresarán contigo, te traerán la miel de diferentes cualidades y nosotros probaremos cada gota de miel, la degustaremos y la compartiremos con todos nuestros invitados y, hasta que se ala apetecida por nosotros, no cesarán de trabajar descendiendo y ascendiendo hasta nosotros que somos sus padres y maestros. Irán y vendrán a nosotros una, cien, doscientas, trescientas y cuatrocientas veces, hasta que alcancen la perfección en su trabajo. A quien lo logre, le daremos como condecoración un corazón y un rostro como el nuestro, pues estas abejas son nuestras hijas como tú que eres su reina. 21 Septiembre 2017 “Así se hizo, y Xunán Kab la gran abeja reina tuvo innumerables hijos e hijas que descendieron a trabajar a las cuatro esquinas del mundo, en los cuatro peñascos, en las cuatro cuevas, en las cuatro ceibas sagradas. Trabajando junto a los cuatro Bacabes que dan la lluv ia, las flores, el calor y la briza. Guardianes y protectores de los campos, de todos los animales, de todas las cosas, en fin, de toda la vida”. La abeja reina le explicó a Nicté Ha que por más que se esforazaron las abejas, no lograron la calidad de miel que se requería para obtener el premio, la victoria, la corona tan ansiada por todas. Entonces, la gran Xunán Kab desde su alta morada, descendió a la tierra para enseñarles su arte y su ciencia a las abejas y así se extendió la perfección y sabiduría no sólo a las abejas, sino a todos los animales, a toda la vida y a todas las cosas, incluyendo al hombre maya, el escogido, el que sabe trabajar, el que produce miel y trabaja con nosotras las abejas. Y con esta miel el hombre maya alimenta, cura y da felicidad a sus hijos y a sus hermanos. Así, cuando terminó su misión de la gran abeja reina en la tierra, ascendió a los cielos de los cuales había venido y se sentó en su trono a esperar a sus hijas e hijos para entregarles su corona, su trofeo, su gloria. Sin embargo, la bondad infinita de los padres celestiales, extendieron su ofrenda a todos los animales que alcanzaran la gloria; y por supuesto, espera de manera muy especial al hombre, en el momento que consiga la perfección en el arte y la ciencia de producir la miel. Entonces el hombre será la imagen del rey y reina en los cielos que son el gran padre Itzamná y la gran madre Ixchel en su advocación de la divina Xunán Kab, nuetra ancestral madre para habitar en el océano celeste. Nicté Ha, dio un gran suspiro lleno de regocijo y ternura. Y con mucho amor y alegría abrazó a su madre dándole las gracias, porque ahora se sentía más orgullosa de su origen. Ana María Guerrero Orozco