Revista Scientific Volumen 2 / Nº 4 - Mayo-Julio 2017 | Page 53

aprender, esto fortalecería el desempeño escolar y como consecuencia el cúmulo de energías que requieren ser orientadas positivamente en beneficio del buen desarrollo de las actividades dentro del salón de clase que en muchas ocasiones estas energías si no son canalizadas correctamente entorpecen la labor del docente. Dentro de este orden de ideas Pérez (2010: Pág. 23), expresa: “Las actividades extraescolares son útiles en la medida en que favorecen el desarrollo personal del niño y que éste debe vivirlas como una experiencia lúdica, un tiempo dedicado al juego distinto a las clases convencionales”. Cuando se da la oportunidad de participar a los estudiantes en actividades extraescolares, se propicia un ambiente más efectivo para desarrollar el proceso educativo puesto que es la oportunidad para aplicar los conocimientos adquiridos y al mismo tiempo fomentar valores de convivencia entre la población estudiantil, lo cual contribuye con el desarrollo integral de los mismos. Al momento de elegir una actividad educativa para los alumnos - alumnas, es fundamental contar con su opinión favorable, es decir, que estas actividades no pueden ser impuestas por terceras personas, al contrario, se establecen en mutuo acuerdo entre el docente, el padre, representante; de manera que se garantice el entusiasmo y motivación. De lo contrario, al poco tiempo se sentirá desmotivado lo que terminará aburriéndole dicha actividad. Tampoco se puede abusar de la implementación de las actividades extraescolares. Es importante que en las instituciones educativas se promueva la recreación como prácticas que constituyen elementos fundamentales para alcanzar una vida plena, a través de la formación aptitudes, capacidades, habitas y destrezas que permitan el desarrollo armónico e integral de los individuos. Considerando que el proceso educativo busca más que la 52 Artículo rendimiento estudiantil. Lógicamente, los niños, jóvenes, poseen un gran