La enseñanza de la lectura en las aulas de clase exige un docente
innovador y una institución que este abierta a realizar actividades de
aprendizaje como un todo armónico, que relacione, lo didáctico con lo creativo,
cuyo fin es que los alumnos aprendan entreteniéndose. Autores como
Rosemblatt (1975), Santaella, (1986), Navas (1995), citados en Puerta (2000)
han realizado investigaciones para explicar los problemas de la lectura como
un proceso activo de construcción de conocimientos. Ellos han resaltado
primordialmente el rol del docente y de las instituciones educativas como entes
sensibilizadores y promotores de la lectura.
En su rol de mediador, el docente está encargado de incentivar a los
alumnos en una “aventura que englobe la animación por la lectura, logrando
la construcción de sus propios aprendizajes” (Puerta). Para ello, se
acompañará de sensibilidad, conocimientos de la lectura que organiza
estrategias de enseñanza que apoyen su trabajo y que se adecuen a las
necesidades e intereses de los alumnos” (pág. 168).
Las estrategias de la enseñanza se entienden como procedimientos que
utiliza el docente para ayudar al alumno a construir sus propios aprendizajes;
para Monereo, (2004) define a las estrategias de aprendizaje como "procesos
de toma de decisiones en los cuales el alumno elige y recupera, los
conocimientos que necesita para un determinado objetivo, dependiendo de las
características de la situación educativa en que se produce la acción" (pág.
27). Por ello, las estrategias de aprendizaje han de concebirse como los
medios que un estudiante emplea en forma consciente, controlada e
intencional como instrumentos dúctiles para aprender y solucionar problemas.
Por lo tanto, en el proceso de la lectura, las estrategias de enseñanza
son herramientas que utiliza el docente para que el estudiante logre
comprender la información contenida en el texto para transferirlas a
situaciones posteriores. Desde esta temática, Díaz y Hernández, (2002)
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Artículo Arbitrado
2.2.2. Estrategias Instruccionales