El lenguaje es fundamental en toda actividad humana. Desde que el
hombre nace se comunica con las demás personas que están a su alrededor.
A medida que crece nutre los gestos en palabras, luego en oraciones, hasta
que construye párrafos y forma su propio criterio del mundo que lo rodea. Por
tanto, el lenguaje forma un papel importante en la evolución cognitiva, que
hace se diferencie de los animales.
Cada día como ser que reflexiona debe enriquecer sus conocimientos
y su léxico para comunicarse con mayor fluidez y precisión y la mejor forma de
hacerlo es a través de la lectura. Goodman, (1982) citado en Sánchez, (2010)
“Leer es producir significados. No obstante, es posible distinguir algunos tipos
de lectura de acuerdo con el propósito que se persigue, el grado o nivel de
comprensión, el tipo de texto y las técnicas aplicadas” (pág. 3).
Esto significa que leer, no es una actividad pasiva, es involucrarse,
construir el significado del texto, es darle vida a un montón de palabras. La
lectura es una actividad compleja, ya que influyen las experiencias pasadas,
los conocimientos y cultura en general del lector e incluso los estados de ánimo
que hace obtener resultados diferentes a la de los demás.
En este sentido, para la educación moral y profesional del estudiante
González, (2003a) asegura que es “un proceso permanente, continuo y
gradual en el ejercicio de la docencia, que implica la reflexión crítica y
comprometida del profesor con la transformación de la práctica educativa, la
calidad de su desempeño, en un ambiente dialógico y participativo…” (pág. 3).
En el ámbito internacional, nacional y local se plantea el problema de
que los estudiantes de educación universitaria poseen bajo rendimiento
porque no saben leer y escribir adecuadamente, no han desarrollado
habilidades en comprensión lectora que le permitan un mejor desempeño
como entes productivos dentro de la sociedad.
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Artículo Arbitrado
1. Introducción