durante su formación universitaria, para darle solución a los problemas de una
comunidad.
Sin embargo, tener identidad universitaria no equivale únicamente a
pertenecer a una comunidad universitaria, sino que, es el resultado de todo un
proceso social que involucra tener claro y sobre todo compartir los valores
éticos y morales, como su historia, sus costumbres, sus símbolos, su misión y
visión, el quehacer de la cotidianidad, así como la responsabilidad social que
encierra el ser y quehacer de la universidad, por lo tanto tener identidad
universitaria es ser parte de una institución actuando de acuerdo a lo expuesto
en su visión y misión.
Por lo tanto, cuando se habla de valores, especialmente en el contexto
educativo universitario, se hace de un modo relativamente intuitivo ya que la
educación en valores en este nivel tiende a propiciar el desarrollo de ciertas
actitudes en los estudiantes que faciliten la formación en ellos de un juicio
moral autónomo que consolide una genuina educación en valores, modelada
por el docente durante su práctica pedagógica.
Así mismo, es vital la concreción de la universidad como un escenario
de producción social, ya no sea vista entonces dentro de la concepción
tradicional de “recinto cerrado” o “claustro de conocimiento” sino como una
organización o sistema abierto al flujo social y más aún, con capacidad para
dar respuestas a las necesidades y demandas de un contexto epocal donde lo
permanente es el cambio, la transformación y el desafío es permanecer a la
vanguardia del conocimiento. Mínguez (1995) dicen:
“…la sociedad moderna delega en la educación superior la
función de desarrollar en los estudiantes las competencias
necesarias para actuar responsablemente en la sociedad lo
cual implica, entre otros aspectos, el desarrollo de unos planes
de estudio en el que los contenidos teóricos se complementen
con el desarrollo de habilidades y competencias, como son:
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Artículo Arbitrado
con un mayor compromiso y utilizar los conocimientos académicos adquiridos,