En estos momentos, la formación docente conlleva a plantear algunos
interrogantes y reflexiones; ya que la misma asume un rol protagónico como
forma de solucionar gran parte de los males por los que atraviesa la educación,
entre las que se destaca la acción gerencial, más aún en que se propone una
nueva forma de considerar la administración educativa universitaria. Por otra
parte, el ingreso de medios tecnológicos al ámbito escolar, resultaría inútil si
únicamente se los usara en forma lúdica para convencer a sus alumnos de
que aprender es tan divertido como mirar televisión, esta incorporación de los
avances científicos conducen a la necesidad de adecuar las estructuras
administrativas y académicas a esta realidad y por ende, los procesos
administrativos inherentes a la gerencia deben responder a tales exigencias.
Machado y otros (1999) plantea:
En la educación actual el individuo postmoderno, desenvuelto
de necesidades pasajeras y aleatorias, ha olvidado que la
libertad era no otra cosa que la potestad de cambiar de
cadenas y la propia cultura, algo más que una pulsión
satisfecha. Lo cual induce a que los procesos educativos tienen
que ser cambiantes y por lo tanto la calidad del docente debe
girar en función a tales cambios sociales (pág. 231).
Del planteamiento anterior se desprende, la reivindicación gremial que
exija el derecho a la capacitación permanente del docente, pero a la vez es un
deber del docente asumir su compromiso individual de formación, porque el
educador requiere herramientas metodológicas, didácticas, para garantizar
que los estudiantes universitarios aprendan más y mejor, se cuestionan los
modos de implementarlas y la falta de medios para redimensionarlas y hacerla
más adecuada con esto se pretende enfatizar la necesidad de un seguimientos
de la capacitación docente, es decir, en su relación directa con el mejoramiento
de la propuesta de enseñanza y su implantación en el aprendizaje de los
estudiantes.
302
Arbitrado
4.2. La Formación del docente universitario