Cuando el hombre apareció en el planeta estaba totalmente sometido a
todas las fuerzas del ambiente natural, no solo en su entorno, sino también en
sí mismo, porque desconocía las leyes y los mecanismos que rigen el
funcionamiento de la naturaleza. Empezó entonces el largo camino desde el
tiempo en que el hombre tenía que dedicar gran parte de sus energías para
conseguir los alimentos necesarios, y para escapar de los peligros presentes,
hasta el período actual en el cual, para sobrevivir el hombre tiene que dedicar
una parte de sus energías a reducir y a corregir los riesgos con los cuales su
misma presencia y actividad amenazan tanto al ambiente natural como al que
él mismo ha creado. Al respecto, se señala:
La crisis ambiental se torna esencialmente cultural, para
rebasar la crisis y volver a un punto de relación armónica entre
la naturaleza y la sociedad se requieren nuevas concepciones
donde se integran valores, concepciones del mundo,
ideologías, tradiciones, conocimientos científicos y empíricos
(Bermúdez, 2005, pág. 1)
Actualmente, en los países de Latinoamérica, ésta crisis ha trascendido
en el desarrollo económico y cultural, debido a que los planes de desarrollo
precisan la búsqueda de nuevos recursos vegetales, que contribuyan a
satisfacer las necesidades básicas de la sociedad, así como obtener materias
primas para el desarrollo económico de las industrias y las sociedades; así
mismo programas que propicien la introducción de nuevos cultivares
adaptados a las características ecológicas y tecnológicas de las distintas
regiones agrícolas, sin causar graves impactos al medio.
Por consiguiente, para desarrollar propuestas educativas, han de
tenerse en cuenta los fundamentos epistemológicos y sociopolíticos del modo
de pensar, la relación sociedad-naturaleza por el hombre hoy. La educación
responde a objetivos concretos, y ello se delimita por los entornos sociales
específicos, donde los elementos cognitivos y sociopolíticos globales toman
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Arbitrado
1. Introducción