Revista Replay Nº4 · Abril 2017 | Page 7

START ​ ÓMO LOS VIDEOJUEGOS C CAMBIARON MI VIDA CUANDO LOS JUEGOS SON ALGO MÁS QUE UN CARTUCHO PARA ENTRETENERSE UN RATO, PASAN COSAS INCREÍBLES, SE VUELVEN UNA EXPERIENCIA MUY CONSISTENTE Y MUCHAS VECES INFLUYEN EN EL CURSO DE LAS COSAS. .TXT JIMENA NYMERIA   i familia siempre fue de carácter lúdico. Los juegos de mesa y de in- genio siempre gobernaron nuestro tiempo libre y las vacaciones no eran di- vertidas si no jugábamos por lo menos una vez al día. Pero a mis 4 años aparecieron otros juegos en mi vida: trajeron un Family Game a casa. La idea de poder controlar un personaje desde mi lugar me pareció fantástico, no podía dormir imaginando las posibilidades que existían detrás de los videojuegos que había en casa. Espera- ba ansiosa el finde (que eran los días de alquiler de cartuchos en el videoclub) para probar otro universo sin descubrir. Fue pasando el tiempo, mi papá se enganchó con los videojuegos. Era fanático de las aventuras gráficas; mi mamá también jugaba, lo suyo era más eventual, aunque confieso que nadie podía pasar el Contra con solo dos vidas como lo hacía ella. Con mi viejo nunca tuve una buena relación, la adolescencia, supongo, pero a la hora de los juegos siempre nos juntábamos a charlar. Cuando compramos el Monkey Island no existía Internet en casa; así que en nuestros bre- ves encuentros había preguntas como: “¿Ya descubriste que hacer con el pollo con polea?”. “No, pero ¡las flores amarillas son somníferos para los perros de la casa de la gobernadora!”. Pasó el tiempo, nacieron mis hermanos y siempre seguimos jugando videojuegos, todos. Allá por el 2008 yo tenía 22 años y mi mamá falleció. No quiero entrar en detalles escabrosos, pero puedo decir que luchó como si realmente le quedaran sus dos últimas vidas en el Contra y al final el juego nos ganó a nosotros. Así que ahí estábamos. Mi viejo solo con 3 hijos de 22, 15 y 11 años; y la falta de una M persona que hacía absolutamente todo por nosotros. ¿Cómo se empieza? No sabíamos. No había ninguna referencia, ningún “walk- through”. El dolor del duelo y el tiempo nos ayudaron a formarnos y mientras tanto, seguimos jugando videojuegos. Mi viejo se compró una PC nueva, le instalamos el Left 4 Dead 2, empezamos a jugar esporádicamente. Mi papá, pobre, de madera. Se lo vivían lastrando los zombis y nunca llegábamos a la safe house con su personaje en pie. Pero con paciencia le fuimos enseñando, y se volvió un capo, el mejor jugador de la retaguardia. Vos podés correr tranquilo que él siempre te está cubriendo la espalda. La mayoría de las veces charlábamos estrategias, comentarios del juego y, por supuesto, algunos insultos del estilo “dejá de cruzarte que te hago friendly fire”. Sin embargo, empezó a suceder que las charlas se volvieron tácticas antizombis mezcladas con anécdotas personales, his- torias y relatos de nuestra vida cotidiana. Nos juntábamos a comer (yo ya no vivía con mi familia) y discutíamos los porme- nores de las últimas partidas. Sin darnos cuenta, empezábamos a unirnos como un bloque, a generar un vínculo, y el pega- mento que nos unía eran los videojuegos. Pasaron los años y por esas vueltas de la vida me fui a vivir un tiempo a otra provin- cia. No es lo mismo charlar con tu familia por Skype que crear una partida de algún juego y disfrutar con ellos a la distancia. Nuestras charlas se volvían más fluidas así, porque los juegos eran el transporte para nuestro vínculo; y yo no creo haber podido tener tanto contacto con ellos si no hubiera sido por esto. La vida me llevó a regresar a Buenos Aires. Cuando descargaba los bolsos mi papá me dijo: “Qué bueno que volviste, me compré una oferta de 10 juegos a 5 dólares y hay uno que se juega con joystick. ¿Me lo instalás?”… y creo que fue en ese momento cuando entendí el valor de los juegos en mi vida, cómo marcaron un antes y un después. Probablemente si no hubieran existido, nos ha- bría ayudado otra cosa. Pero ya saben cómo somos los gamers, imaginamos todas las alternativas y queremos creer que elegimos el mejor final para nuestra historia; aunque mi historia aún no haya finalizado, puedo decir que no la estaría disfrutando tanto si no fuera por Mario, Guybrush, Cloud Strife, el Left 4 Dead y tantos otros. R EVENTOS MUERE MONSTRUO MUERE BALAS DE CINE Y DE FICHINES. .TXT JUANMA LA VOLPE El segundo viernes de cada mes las estrellas se alinean en un ritual salvaje para abrir las puertas de un espacio en el que convi- ven arcades, mutantes y ninjas. El ciclo de cine Muere Monstruo Muere se celebra en el Teatro Mandril desde hace casi tres años y propone emular esos días noventosos de juventud en los que las películas malas, la cerveza y los videojuegos eran la diva de la noche. El Muere es principalmente un ciclo de cine, sus proyecciones pasan desde el apoyo a la escena au- diovisual nacional (películas, cortos y animaciones) hasta el tributo al cine bizarro de culto direc- to a VHS y a esos ILUSTRAS films que son tan EN LA MUERE malos que terminan siendo buenos. La noche del Monstruo suele ofrecernos también la posibilidad de en- contrarnos y jugar con arcades nacionales como Nave y Dobotone, de Videogamo Inc.; el Capitán Menopausia y el Trucho Flipper, de Shitty Games y Trucho Toys; el arcade de Tumba Games; Juanito Arcade Mayhem, de Game Ever Estudios, y los juegos de Ju- pitron. Las fechas son acompañadas por una feria de pro ductores independientes y la participación de una banda en vivo. Si bien el ciclo puede variar su contenido mes a mes, el cine bizarro y la bandera de la cul- tura alternativa siempre estarán en lo alto. Replay n4 P.7