COMPILADORES Y BASTONES LARGOS
(DE IZQ. A DER.) _FEMHACKERS. La mayoría de las operadoras de Clementina eran mujeres. _DE PUÑO Y LETRA. Hoja del manual escrito en pluma. _LINUX
INSIDE. Operando el emulador de Clementina, en Linux, por supuesto.
EL
PRIMER
JUEGUITO
Jugar con
Clementina no
era fácil. Para
elegir cuántos
“palitos”
querías sacar,
el operador de
la computadora
debía subir o
bajar una serie
de palancas,
que eran los
“inputs” del
equipo. Luego,
para “ver”
la respuesta
del equipo, se
esperaba a que
la cinta pasara,
fuera perforada
y mostrara un
mensaje, no en
binario, sino con
una tipografía.
Wilfred, de
alguna manera,
había cambiado
la forma en
que Clementina
devolvía la
información, que
siempre era
en binario.
16 ▪ revistareplay.com.ar
¿“Estudiar” el código? Suponemos que
no existían todavía las leyes de copyright
al respecto.
No, claro, la idea de patentar un código
hubiera sido un absurdo. Además, pensemos
que de las Mercury Ferranti se hicieron unas
21 y creo que Clementina fue la número 19:
la máquina estaba tan ligada a su código que
era imposible venderla sin él. El software no
tenía protección. Hablando mal y pronto,
lo que hoy llamaríamos “sistema opera-
tivo” (con muchísimas comillas) y que en
Clementina se denominaba Input Routines,
venía escrito en un manual manuscrito en
pluma, con su código fuente completo. El
libro es enorme y tiene una encuadernación
hermosa, parece un grimorio de la Edad
Media. Wilfred tenía acceso a esto, entonces,
pero no al Autocode, porque ese programa
se distribuía solo en su código binario, por
lo que debía realizar un trabajo de ingeniería
inversa para poder interpretarlo. Fue así que
se granjeó un lugar en el IC, donde se dedicó
exclusivamente a problemas computaciona-
les, cuando la máquina estaba pensada para
cálculos matemáticos o problemas cientí-
ficos varios. Así que cuando Clementina no
estaba calculando el cauce de algún río o
la órbita de un planeta, Wilfred la utilizaba
para, básicamente, estudiarla en sí misma.
Un hacker con todas las letras: usando
la computadora para algo para lo cual no
estaba pensada. ¿Y para que más utilizó la
máquina?
Créase o no, podemos decir que Wilfred
tal vez haya creado el primer juego de la
historia argentina, porque logró realizar
una adaptación del juego matemático
NIM. Por si no lo saben, es un simple juego
donde cada jugador debe sacar uno o dos
palitos por turno, y gana el que levante la
última varilla. Para jugar, se utilizaban los
dispositivos de entrada y salida que tenía la
máquina, es decir, llaves y cinta perforada.
Según las llaves que levantabas, sacabas
uno o dos palitos. Esto se dio a conocer en
la presentación en sociedad de Clementi-
na, que salió en algunos diarios.
Pero, sin lugar a dudas, lo más importante
fue la realización del COMIC, el COMpila-
dor del IC. En el año 63, Wilfred ya tenía en
mente crear un lenguaje nuevo, pues se dio
cuenta de que el Autocode ya era muy limita-
do. De hecho, Clementina ya estaba muy
obsoleta, pero debía seguir siendo utilizada,
por la inmensa inversión que había signi-
ficado. Él conocía de oídas el ALGOL, otro
lenguaje utilizado en estas grandes com-
putadoras. El matemático Varsavsky había
viajado a Estados Unidos y vio el lenguaje en
acción: se trajo algunos programas, se los dio
a Wilfred y le contó lo que había visto. Así,
Sadosky le permitió trabajar en esto como
un proyecto de investigación y lo dotó de un
equipo, que llegó a contar con 4 investigado-
ras. Mediante un trabajo de ingeniera inversa
entre el Autocode y lo que conocía de oídas
del ALGOL, Wilfred logró crear el primer
lenguaje y compilador del país.
COMIC vio la luz ese mismo año, pero
estuvo en desarrollo durante sus tres años
de vida. Centenares de programas y tesis
finales se desarrollaron bajo ese lenguaje,
pero, lamentablemente, nada queda de
ellos, porque en el año 1966, los militares
entraron a las facultades y todo se destruyó.
Hablamos de la Noche de los Bastones
Largos, ¿cómo influyó eso en COMIC y el IC?
Me queda muy claro que todo este desarrollo
de vanguardia y pionero estuvo bajo el idea-
rio de Sadosky. Wilfred fue un instrumento
más sin darse cuenta. Él siguió su interés
técnico y Sadosky concretó un desarrollo lo-
cal de vanguardia en la Argentina de los años
60, en un lugar de excelencia como el Insti-
tuto de Cálculo. Y esto fue lo que, básica-
mente, vino a hacer mierda el golpe militar.
No es curioso que no nos hayamos enterado
de todo esto, porque todo se destruyó. El
golpe tiene que ver con eso, con eliminar esa
línea de investigación, ningunearla y ocul-
tarla. Esa es la historia que no se cuenta.
Tuvieron que pasar 50 años para que
Wilfred volviera al país con la cinta. Porque
luego de esto se dio la fuga de cerebros más
grande del país, y él no fue la excepción.
Cuando pasó, hizo lo que haría cualquier
programador: llevarse su código fuente. Es