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FUNDACIÓN Hacia fines de la década de 1930 el entusiasmo por contar con links adecuados y “criollos” fue motivo de largas conversa- ciones entre el grupo de golfis- tas bahienses. Distintos deportes se habían ido “nacionalizando” en la ciu- dad el fútbol, el basquetbal y el tenis. Las charlas “de café” concluye- ron el 11 de diciembre de 1939. Ese lunes se reunieron en el Club Argentino Francisco Be- rardi, los hermanos Luis y León Galtier, José María Marqueta, Agustín Montalbán, Arturo Otaño Etchevehere e Indalecio Ruiz decidiendo poner en mar- cha una “entidad golfística”. Berardi fue electo presidente de “los provisorios”. Una asamblea “especial” (cele- brada en febrero) autorizó a presidente, secretario y teso- rero para que con León Galtier, Arturo Otaño Etchevehere y Mario Salvadori para que fir- men ambos boletos de compra de los terrenos elegidos. El 12 de abril de 1940 se reu- Pag.18 | Quincena nieron los fundadores en la bi- blioteca del Club Argentino, bajo la presidencia de Berardi, En una reunión de la Comisión Directiva se decidió que los co- lores que representarían al club serían azul y rojo, colores que fueron tomados de los detalles de los gemelos que lucía ese día León de Iraeta. EL ORIGEN DEL NOMBRE Se deseó que definiera en su denominación algo original, de raíz autóctona, por ello se soli- citó la opinión del fundador Er- nesto Sourrouille, que expresó textualmente en los párrafos principales de su interesante respuesta: Es un poco difícil satisfacer el deseo de dar al nuevo Club de Golf una denominación corres- pondiente en la lengua nativas hablada en los tiempos pasa- dos en la región, denotando “cancha de golf”, por no haber existido la cosa que se quiere nombrar. Podemos emplear tranquila- mente el araucano, por varias razones. La primera y principal es la riqueza de su vocabulario, ya que se trata de una lengua viva y perfectamente estudiada. Si vamos ahora a nuestros palos (de golf) Tenían los mapuches o araucanos sus juegos, todos ellos verdaderos ejercicios de destreza, y entre otros la chueca indígena que, por sus caracteres, si no se identifica con el golf, presenta bastante similitud con él en el instrumen- tal necesario para practicarlo: cancha, el palo, la pelota, tal juego se denominaba “palin”, derivado de “pali”, que era la bola con la cual se jugaba, im- pulsada por un palo que llama- ban “hueño” (o “hueñu”) y el campo de juego era el “pali- hue” o “palígue”. En conclusión, considero que Paligue Pali-Hue (palabra con acento grave y no agudo) es la denominación autóctona más aproximada para un club de golf”. La decisión también incluyó la ubicación de Palihue al final de la denominación a la inversa de lo que habían realizado el Bahía Blanca Golf Club y muchos otros.