Revista Poligrafías N°1 | Page 8

Historia DE UNA SOMBRA Nací el día en que la luz de un tétrico hospital, a las afueras de Medellín, tocó por primera vez la piel blanca y húmeda de aquel pequeño a quien otras sombras, ya grises, llamaron dulcemente Joaquín.  Recuerdo ese día como si fuera mío, pero sé que no es así. Nací con Joaquín, pero no pertenecemos el uno al otro. Soy hijo de la vida que huye de él cuando es besado por la luz. Mi estado de ánimo no depende de Joaquín, sino del tipo de luz que lo atraviesa igual que una daga suicida en busca de un corazón quebrantado; igual que un adiós congelado en cartas de cristal, jamás dicho, encerrado en botellas de cartón y tirado a la mar a su suerte. Soy eso: aire, luz, oscuridad, contradicción; eso que todos ven pero que ignoran, un “yo” de otra dimensión, pero tan vivo como las flores que acaricio y huelo cada mañana cuando salgo a caminar por el jardín. “Narrando nuestra oscuridad se ve claramente la vida.”                                          Juan Gelman "Los amantes" R. Magritte He estado con Joaquín 55 años, pero nunca nos hemos encontrado, nadie jamás nos ha presentado, él ignora de mí lo que yo sé de él. Recuerdo la primera vez que hice el amor. Fue una tarde de agosto. Joaquín y yo teníamos solo 16 años y estábamos a punto de dar nuestro primer beso a aquellas mujeres que desde la infancia se habían robado un corazón, el de Joaquín, y un haz de luz, el mío.  6