REVISTA LA CRUZ 1073 NOV-DIC 2018 | Page 12

Nuestros hermanos ancianos y enfermos De las Constituciones y Determinaciones de los Misioneros del Espíritu Santo 143 Consideraremos a nuestros hermanos ancianos y enfermos como un don de Dios, y su estado como un acontecimiento de gracia para ellos, para la Iglesia y para la Congregación, por la fecundidad del dolor cristiano. 143.1 Les daremos la atención material y espiritual que necesiten, procurando aliviar en lo posible sus penas y dolores. Los acompañaremos en su soledad y tendremos cuidado de que se les administren oportunamente la unción de los enfermos y el sagrado viático. 143.2 Los enfermos reciban con gratitud los servicios de quienes los atienden, obedezcan sus indicaciones y no se preocupen demasiado de sí mismos. 143.3 Al acercarse el momento de la muerte de un religioso, los demás miembros de su comunidad harán lo posible por reunirse junto a él, para confortarlo y ayudarlo con la oración ritual de la Iglesia. 143.4 Al morir el religioso, la comunidad hará una oración de alabanza y acción de gracias. La obra del misionero está concluida y conviene que salga de este mundo bendiciendo a Dios en unión de sus hermanos. 143.5 El Superior Local comunicará el fallecimiento del religioso al Superior Mayor inmediato, quien informará a los familiares y a la Congregación.