REVISTA LA CRUZ 1066 SEP-OCT 2017 | Page 7

Editorial «La voluntad de Dios es que ustedes sean santos» (1Ts 4,3), nos dice san Pablo. El Concilio Vaticano II lo ha reafirmado: «Los fieles todos, de cualquier condición y estado […], son llamados por Dios cada uno por su camino a la perfección de la santidad por la que el mismo Padre es perfecto» (LG 11). Por el bautismo y la confirmación, hemos respondido a esa llamada y hemos orientado nuestra vida hacia esa meta. Aunque la santidad es una y todos estamos llamados a ella, los laicos responden de una manera; las personas consa- gradas, de otra, y los sacerdotes ministeriales, de otra. Dios nos ha llamado a la santidad; llegar a esa meta depende de Dios y de nosotros. Ahora bien, por parte de Dios ya todo está realizado: nos ha dado su Espíritu Santo. Por lo tanto, depende únicamente de nosotros llegar a ser santos. Para llegar a la santidad basta con tres cosas: querer llegar a esa meta, ser dóciles al Espíritu Santo y «comenzar todos los días, como si fuera el primero» 1 . Fernando Torre, MSpS Director 1 C. Cabrera, Cartas a Teresa de María, México 1989, 163. 5