Revista Innombrable # 7 - Muros Poéticos, Ciudades del Silencio - 2015 | Page 8
gran mentira. Una gran mentira que sin embargo contiene verdades que sólo pocos son capaces de
dilucidar. Verdades que hablan de nuestra historia, de nuestro instinto y de nuestra cultura. Estas
verdades están allí en cualquier manifestación artística, desde el más asombroso grafiti hasta la más
ligera canción de rap.
A través del arte los jóvenes devienen, se convierten en otra cosa, dejan de ser simples actores y peones
de la urbe y se convierten en demiurgos, videntes y arlequines que buscan impulsar una nueva visión de
los acontecimientos, una nueva forma de sentir tristeza, alegría o dolor. De alguna forma entran en el
espacio de lo sagrado (y lo profano), donde se cruzan besos y balas, donde germinan orquídeas y
sueños, donde enormes columnas sostienen un cielo de un rojo intenso y desolador. Los jóvenes se
vuelven creadores y es en su creación donde logran manifestar sus sueños, sus miedos, sus emociones,
todo lo que la sociedad les obliga a callar.
Los edificios y las calles se expanden por los cuerpos y las letras, y algo empieza a crecer. Ciudades
que germinan, ciudades que se sacuden, ciudades astrales, ciudades que deliran, ciudades que matan,
ciudades que fornican, ciudades de abismos, ciudades de corazones rotos. El olvido vuela libre con el
viento y la lluvia limpia la inmundicia. El resto se va por el alcantarillado y por las grietas del asfalto.
Pero aquí quedan algunos que recogen esas sobras y las lanzan al aire, para que forjen un canto de
resistencia, para que le caigan como un escupitajo en la cara de aquel transeúnte que pretende ignorar la
realidad de su entorno, la selva que habita.
Así, lo que se crea es un nuevo tipo de sensibilidad frente a la vida, frente al espacio, frente al diario
acontecer. Las creaciones del artista irremediablemente inciden en su percepción de lo cotidiano y de
las irrupciones que rompen con esa normalidad; quiebres marcados por la violencia y la falta de
oportunidades. El arte crea una nueva conciencia e invita a la reflexión, a la crítica, a valorar las
pequeñas cosas como el abrazo de un amigo, un avión de papel en la oficina, un niño que se balancea
en un columpio, un beso inesperado o una copa de guaro un viernes al anochecer. Pero al mismo
tiempo que nos invita a valorar, nos invita a maldecir. A putear contra el sentido común y la estupidez,
aquella pandemia que hoy se expande de manera alarmante. También luchar contra la insensatez de
nuestra clase dirigente, contra aquellas máscaras y superficies de las cuales el artista es consciente y
que se ven todos los días bajo la bruma de la ciudad. Las opiniones triviales, los lugares comunes, el
tautológico discurso del colombiano (y, tal vez, el latinoamericano) promedio son motivos de burla. El
artista percibe este discurso como lo que es, sólo palabras vacías que caen en un abismo: el abismo de
la ambigüedad, la duda, el miedo, el auto-engaño y la frustración.
El arte se convierte en Resistencia, una que se escribe con finas letras y que algunos tararean en la
oscuridad. Los nuevos artistas que salen de los barrios marginales han decidido rebelarse contra su
cotidianidad, han decidido crear espacios de diálogo, de tolerancia, de amistad. Los une la música, el
teatro y la poesía. Los une un sentimiento, una visión, una creación. La ciudad y el espacio se
resignifican, adquieren un nuevo sentido en sus obras. Se reescribe la experiencia y las anécdotas
barriales. Se reescriben los sueños y los deseos de un cambio o la frustración de un “no”. Y de eso se
trata, ángeles caídos de la semántica, navegantes de las calles nocturnas, los artistas sufren en mayor
medida. Su dolor, sus lágrimas se impregnan en textos, instrumentos y pinturas. Es necesario que
escape. Es necesario sacarlo de ese cuerpo, sudarlo, extraerlo, que se vaya por las alcantarillas. Dejar
que los sentidos se desarticulen, no reprimirlo, llevarlo a un cuerpo sin órganos: a la escritura, a la
música, a un lugar donde viva independiente, donde tenga su propia entidad. El arte crea comunidad,
crea espacios de conversación, de debate y los jóvenes se integran, porque quieren construir, porque
quieren crear.
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