Revista Innombrable # 7 - Muros Poéticos, Ciudades del Silencio - 2015 | Page 30
además, de cómo Engels, en un estudio sobre la clase obrera en Inglaterra, describe a Londres donde se
siente aterrado de cómo puede estar junta tanta gente que no se conoce. En el mundo griego, señala
Zuleta, la ciudad era una entidad ética. La ciudad era algo que pertenecía al individuo y el individuo
pertenecía a la ciudad. Para el hombre moderno la ciudad no es una entidad ética, es un refugio, una
situación, un hecho porque en la ciudad moderna nadie sabe quién es. Para los griegos la ciudad era una
referencia de identidad. Vivimos en las ciudades pero no nos reconocemos en ellas, ni tenemos sentido
de pertenencia. La ciudad significa una pérdida de la identidad, una disolución en la masa, en la
circulación, en el anonimato de los apartamentos. En la ciudad uno pierde la identidad, se olvida de
quien es, en síntesis, no es de allí3. La novela y la poesía moderna narran el dolor de existir, pero
también la maravilla de estar vivos en la ciudad.
Oscar Barrera (México)
Viaje por la modernidad rara
Estoy hasta la madre de lo mismo, de ir al mismo lugar todos los días: casa, trabajo, casa. Formula
dialéctica de mi encierro libertario. Modernidad absoluta. Ruptura ante lo antiguo, tradicional y
obsoleto que necesito. Libertad citadina del deseo. Límite, barrera, para conseguirlo, lograrlo, si quiera
pensar en merecerlo. Trabajo, trabajo, trabajo… infinito.
Ella, con quien vivo, está aún más jodida. Su fórmula: casa, casa, casa. Súmale los niños. Su encierro
moderno es todavía más cabrón, porque su citadina frustración es exponencial y su producto: un
naufragio elevado a la “n” potencia.
Ellos, los pequeños, condenados a la libertad… del mercado. Mercancías. Cosas. Solo fuerza de
trabajo, de esa que leía del viejo Marx. No hay nada para nosotros; no hay nada, ni habrá nada para
ellos. Futuros obreros, espero que calificados… perdón: competentes; con algún grado universitario, el
cual les sirva un poco más que el solo hecho de colgarlo en una sala. Espero que sean jóvenes que
defiendan sus cadenas, digo… sus derechos, como aquel que defiende una educación enajenante,
técnica, inhumana… perdón de nuevo: (ando muy falto de sentido) humana, muy humana, demasiado
humana. Quizá obliguen a ser libres a los demás. Quizá ellos sean los obligados.
La ciudad, lugar en que la vida progresa, ha hecho que me progrese la diabetes, la hipertensión, la